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La policía suspende de empleo y sueldo al agente que agredió al árbitro

El funcionario, al que le han retirado el arma, reconoció en el juzgado la bofetada, pero no que le diera una patada de forma intencionada

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Alberto M., el agente que agredió a un árbitro de fútbol tras ser expulsado, ha sido suspendido provisionalmente de empleo y sueldo durante seis meses. Además, la decisión del Cuerpo Nacional de Policía comporta también la retirada del arma reglamentaria, según confirmaron ayer fuentes policiales. La suspensión, que consta en el expediente administrativo abierto a raíz de estos hechos, se recibió el pasado jueves en la Jefatura Provincial de Policía. Se desconoce si ya ha sido comunicada oficialmente al interesado o se hará en las próximas horas. La pérdida de sueldo no es total ya que mantendrá una mínima retribución.

El carácter provisional de la decisión afecta también a la duración temporal. Esos seis meses podrían reducirse o ampliarse ya que en estos casos la vía administrativa camina en paralelo a la judicial, aclararon las mismas fuentes. El agente se encuentra imputado en una causa abierta por lesiones graves en el juzgado de Instrucción número 2 de Paterna. No obstante, esta denominación provisional puede variar a lo largo del procedimiento, a medida que la investigación determine todos las circunstancias y consecuencias del suceso.

Al joven agredido se le ha extirpado el bazo. Si el informe del forense certificara que esta pérdida se produjo como consecuencia de la agresión del policía, este podría enfrentarse a una pena de entre tres y seis años de prisión. El agente se encuentra en libertad provisional. Explicó a sus compañeros que fue «un arrebato» y se encuentra muy arrepentido de lo sucedido. El policía llevaba dos años destinado en Valencia en la Unidad de Protección y Seguridad (UPS), un grupo que se encarga de la vigilancia de algunos edificios y de los traslados de los detenidos a los juzgados y al Hospital General. Su acción puede costarle la expulsión definitiva de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Declaración en el juzgado

Tras su comparecencia en el juzgado de guardia, la Fiscalía solicitó la retirarada del arma reglamentaria. Sin embargo, el juez no acordó esta decisión ya que el delito no se produjo en el ejercicio de sus funciones ni tampoco con el arma reglamentaria. No obstante, desde el Ministerio Público se comunicó este aspecto a la Policía Nacional por si adoptaban esta medida por vía administrativa, tal y como ha ocurrido.

La declaración ante el titular del juzgado fue algo difusa en cuanto al momento de la agresión. El policía confirmó que esta se produjo. Pero habló únicamente de la «bofetada» y de un «zarandeo». En ningún momento, durante su declaración reconoció la patada de forma intencionada. Toda la explicación queda recogida en ese amplio zarandeo. No obstante, testigos de los hechos sí confirman al menos una patada. Otros hablan de varias.

Los hechos ocurrieron el pasado domingo. Héctor G. T., el árbitro de 17 años, fue atacado en presencia de sus padres José y Vicenta y de su hermano pequeño, Joel, de 11 años. El partido Los Silos-Mislata UF B de Segunda Regional estaba a punto de terminar. Era el minuto 89, cuando el joven colegiado fue acometido con un puñetazo y varias patadas por Alberto M., de 27 años, jugador del equipo visitante. La agresión se produjo después de que el colegiado señalara una falta a favor del conjunto local. El marcador era de empate a dos tantos.

La víctima tuvo que ser trasladada al cercano Hospital Arnau de Vilanova, donde se le extirpó el bazo. Permanece ingresado y su evolución era favorable. El joven colegiado de 17 años mantiene una «evolución favorable», según fuentes sanitarias. «El padre saltó una valla para proteger a su hijo, pero el propio chaval le dijo: «Papá, no lo cojas que lo denunciamos»», explicó un cuidador del campo del Polideportivo de Burjassot, donde se disputó el partido correspondiente a la última categoría del fútbol regional.

La víctima de esta agresión es un joven bromista, enamorado del fútbol e ilusionado con enfocar sus estudios hacia la biotecnología. Actualmente estudiaba segundo de Bachillerato en el instituto de Benicalap. El dinero que recibía por arbitrar lo dedicaba a ayudar en la economía familiar y a algún capricho.