Tensión en egipto

Morsi se blinda... Por si acaso

El pasado 14 de junio la autoridad judicial anuló pura y simplemente las elecciones legislativas que en enero habían dado una gran victoria a los islamistas

MADRID Actualizado: Guardar
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El presidente egipcio, Mohamed Morsi, no habría hecho lo que hizo ayer -dotarse de poderes extraordinarios, cesar de oficio al Fiscal General del Estado y blindar el proceso institucional en curso- si no le hubieran hecho lo que le hicieron el 14 de junio pasado: la autoridad judicial anuló pura y simplemente las elecciones legislativas que en enero habían dado una gran victoria a los islamistas.

Todavía es útil recordar sobriamente lo que sucedió: un juez conocido por su hostilidad al nuevo régimen, entendió que en unas cuantas circunscripciones no se había respetado debidamente, en términos de facilidades para dar su mensaje y hacer campaña, a los independientes, es decir ciudadanos que pueden concurrir por su cuenta.

Había algunos precedentes, porque la tradición quiere que siempre haya algunos diputados no afiliados que ganan su escaños, llamados individuales por razones económicas, de prestigio o de caciquismo local, pero era inimaginable que las instancias llamadas a dirimir la cuestión anularan la elección entera. La estupefacción aún dura y fue la primera lección que dio el mundo político a los islamistas, novatos en esos trances.

El cauteloso Morsi

Lo peor del asunto fue que la Junta Militar, entonces en funciones como jefatura del Estado, no perdió un segundo en asumir el hecho y ponerse a deliberar sobre qué hacer y cuándo convocar otros comicios. Todo esto con la elección presidencial pendiente y mientras los uniformados hacían cuanto podían por obtener en la nueva situación un status particular, autónomo… como el que disfrutaban hasta entonces.

Morsi decidió mantener un perfil bajo por una buena razón: faltaba la elección presidencial y él, juiciosamente, prefirió verse en el sillón presidencial sin abrir una confrontación. Ganó, en efecto, y el 24 de junio fue proclamado presidente.. y, por tanto, sucesor del interino, el mariscal Tantaui, ministro de Defensa y, sin alardes y con modales sobrios, no parecía disgustado con el revés parlamentario.

Pero una vez instalado en la suprema función ejecutiva y tras ganarse, sin duda, algunas lealtades en los poderosos servicios de inteligencia, nombrar a alguna gente de confianza y, muy particularmente, acreditarse en Washington (que ha optado por él sin duda como clave en la gestión de sus intereses en Oriente Medio) dio un verdadero contragolpe: cesó a Tantaui como ministro de Defensa y al general Anan como jefe de Estado Mayor, declaró inválido el decreto de disolución y, de hecho, reordenó por completo el calendario político-institucional.

La cuestión de fondo: la Constitución

El lector no debe olvidar algo esencial: tras la caída de Mubark el 11 de enero del año pasado, los militares, que necesitaban un marco legal para echar a andar el nuevo Egipto, hicieron lo correcto: a falta de tiempo y para seguir avanzando, pidieron a un grupo de juristas que prepararan una pequeña reforma constitucional, el mínimo para abolir el estado de excepción permanente, legalizar todos los partidos, garantizar las libertades básicas y convocar legislativas para un primer parlamento del que emanaría la nueva Constitución.

Dicho y hecho: el referéndum al efecto dio una holgadísima mayoría, superior al 70 por ciento, de síes y comenzó a normalizar la situación… siempre con la Junta como poder supremo ahora constitucionalizado por el tiempo preciso. La cuestión clave de las elecciones, con cierto retraso, quedó superada con las legislativas ganadas por los islamistas, como estaba previsto. Su éxito fue mayor de lo esperado y sonaron ciertas alarmas.

De hecho, al revés que en Túnez, se había decidido que no sería el nuevo parlamento, vía una comisión “ad hoc”, donde se redactaría la nueva Carta. Se optó por formar una Asamblea Constituyente de cien miembros que fue objetada una y mil veces hasta que, con concesiones notables, y en su día reconocidas, de los Hermanos Musulmanes se comenzó el trabajo. Está prácticamente listo el borrador y si puede ser sometido a referéndum según lo previsto y se culmina el proceso de transición… todo habrá concluido.

El golpe de autoridad de Morsi – muy corto: 19 líneas en un inglés muy fácil y disponible en “Al Ahram” online – cesará en cuanto eso ocurra porque, como dice su punto dos, los decretos presidenciales emitidos en los cinco meses que el presidente lleva en el cargo no pueden ser “apelados ni cancelados hasta que esté vigente la nueva Constitución y elegido el nuevo parlamento”. Su delicada decisión, pues, es temporal…. pero no por eso menos arriesgada.