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El negro, el rey absoluto de esta temporada

Vuelve el negro y llega sexy o respetable; profesional o rockero; luminoso o sombrío

MADRID Actualizado: Guardar
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Corría la última semana de agosto cuando incurrí, un año más, en el fútil y banal ejercicio de echar un ojo a las revistas de moda que, repletas y orondas, salen al quiosco para marcar, tanto el final de las vacaciones, como el ritmo de las tendencias de moda del otoño. Lo único que saqué realmente en claro es que hay tantas opciones de moda que es imposible no salir mareada con tantas propuestas estilísticas. Así que, cuando comenté con una de mis jefas mi total fracaso a la hora de prepararme a tiempo para los estilismos de la temporada otoño-invierno 2012/2013, me dijo, sentenciando: “Lo más práctico es pasarse por Zara. Ahí tienes todas las tendencias perfectamente resumidas”.

Está claro que mi jefa ha llegado a jefa porque es lista, porque tenía razón, ¡vaya si tenía razón! [Me he permitido este momento peloteo porque no están las cosas como para pasar la oportunidad de acariciarle un poco al lomo a las personas que firman las facturas...]. Allí estaban todas las tendencias reunidas. Y el mensaje era meridianamente claro: se lleva lo oscuro. Para ser más exactos, se lleva el negro. Es el color rey. Qué rey... ¡emperador! Chaquetas, blusas, vestidos, bolsos, zapatos y hasta megacollares: la gama de colores va del azabache al grafito y del asfalto al carbón. Y poco más. Y si cada temporada aparece un titular que anuncia que “algo” es el “nuevo negro”, este otoño lo nuevo es... el negro. Un color que hace una eternidad que dejó de ser “viejuno” para pasar a ser clásico.

Mi parte más pragmática está dando brincos de contenta. Cuando me enfrenté a esa marea negra, me di cuenta de que tenía un armario ¡lleno! de prendas del color de moda. ¡Un guardarropa de plena actualidad a coste cero! Mi parte más frívola se quedó algo más triste: no me quedaría más excusa para comprarme algo nuevo que ganar tres kilos y tener que cambiar de talla. (Gracias, pero no. Casi mejor pierdo cinco y me lanzo a por una talla menos).

Por un lado, es un excelente reflejo de estos tiempos de crisis. Humor negro, pensamientos sombríos, un aire de decadencia, dinero en negro... Pero, por otro, no es la mejor forma de activar el consumo: es difícil sentirse tentado de comprar una falda negra más. Y sin embargo...

Qué será lo que tiene el negro

Tiene múltiples cualidades, el negro es...

Práctico. Vale lo mismo para un roto que para un descosido. Un pantalón negro con una chaqueta del mismo tono y una camisa blanca valdría hasta para ir a ver a Mitt Rommney en un congreso mormón, mientras que el mismo pantalón, aliñado con una blusa igualmente azabache más un megacollar y taconazos va pidiendo guerra.

Resistente. Apoyarse en un silla no del todo impecable o pasar las hojas del periódico es incompatible con un vestido blanco. El negro, sin embargo, acoge todas esas imperfecciones y las disimula. Y en caso de mancha con algún producto claro –siendo la pasta de dientes la más traicionera de todas–, nada como frotar el cuerpo del delito con un pañito mojado en café solo y ¡voilá! ¡Todo negro de nuevo!

Perfecto para el “low cost”. Las telas caras exigen una confección suntuosa. El negro, sin embargo, desde el sacrificado denim a la lycra más flexible, le aporta una pátina de respetabilidad a cualquier prenda.

Reductor. El negro adelgaza. El porqué exacto es un misterio, pero sea porque funde la lorza con el entorno o porque la emborrona visualmente, es idóneo para jibarizar el michelín indeseado.

Pero, más allá de consideraciones prácticas, el negro es un color de “malo-malote”. ¿Se imagina alguien a Drácula con una capa con jaretas en verde pistacho y amarillo? ¿O a Darth Vader con una armadura color azafrán? No: un buen traje de villano ha de ser negro.

Dicen los psicólogos que su atractivo radica en que es un color “escudo”. Un tono que nos bloquea del exterior, que esconde, que permite mantener el control y que transmite autoridad. Es posible. Pero en moda, la razón es más carnal: hasta la prenda más sosita adquiere un poco de picante si es negra. Pensemos en Anna Magnani, en Sophia Loren, en Mónica Bellucci... enfundadas en estrechísimas faldas y sujetadores que apenas contenían el pecho. Siempre han sido el epítome de la sensualidad. El blanco es virginal. El rosa, tierno. El azul claro, inocente. El marrón, aburrido. El negro pide guerra, y a poco que lo intente, la encuentra. El negro tiene un plus de provocación. Un punto fetichista. El encaje blanco es para manteles o para novias; el negro está hecho para la seducción. Unas medias, con o sin costura. Un tacón infinito. Una falda lápiz que se adhiere a la piel. Un sujetador que revela más que agarra. Todo ello, en negro, es cien, mil, cien mil veces más sensual.

Un toque de color

Otra de las razones por las que a las mujeres nos gusta el negro es porque es fácil de combinar y cualquier complemento vale para darle un aire nuevo. Imaginemos el pantalón negro recto que todos tenemos en el armario. Con camisa blanca, da aspecto ejecutivo. Con camiseta negra, se vuelve informal y combinado con un collar tamaño XXXL en dorado, ultrachic. Un pañuelo con estampado geométrico lo torna moderno, y un jersey de angora flúor le da vidilla. De líneas depuradas o con artificio barroco, le sientan bien los accesorios de cualquier forma y/o color, y con la ayuda de un buen bolso y unos mejores zapatos, hasta el último modelo de liquidación de H&M vive un “upgrading” inmediato que lo haga pasar de clase turista a Gran Clase de un plumazo.

Su lado más oscuro

Sin embargo, no está de más usarlo con precaución, porque...

Es repetitivo. Aunque creamos que todo el mundo es capaz de detectar las Siete Diferencias entre nuestro pantalón (negro) de talle alto, el pantalón (negro) pitillo, o el pantalón (negro) de corte pirata, lo cierto es que parecerá que vamos de uniforme.

Engaña. A poco que se lave con cierta frecuencia, deja de ser elegante y chic. El negro intenso, reluciente, brillante, tiene clase. El agrisado y mate es tristón y otorga un aspecto paupérrimo.

No todos son iguales. Así que a la hora de ir en un completísimo “head to toe black” (lo que mi abuela llamaba ir de luto riguroso), más vale cuidar que cada prenda tenga la misma intensidad carbón.

Dice el diccionario de la RAE –entre otras definiciones – que negro se dice de la ausencia de todo color. Que mientras que el blanco se compone de todos los colores, el negro aparece cuando ellos no están. Quizás por esto reina, de forma tan absoluta, esta temporada: a su lado, los demás colores han desaparecido.