MUNDO BRITISH

El príncipe Guillermo se despide de su otra madre

El nieto de la Reina Isabel cambió su agenda oficial para acudir al funeral de la que fue su niñera durante quince años

MADRID Actualizado: Guardar
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El príncipe Guillermo acaba de pasar un trago muy amargo: su niñera, Olga Powell, falleció hace unos días a los 82 años y el nieto de la Reina Isabel cambió su agenda para poder acudir al homenaje que se rindió a la mujer que cuidó de él durante más de quince años. Su hermano Enrique, por contra, no pudo estar en el acto porque se encontraba en una misión en Afganistán.

Olga Powell vivió al lado de Guillermo y Enrique el divorcio de Carlos y Diana en 1992 y cinco años después, la muerte de la Princesa de Gales en un accidente de tráfico. “Dado el importante papel que la señora Powell jugó en la vida de los Príncipes, el Duque (Guillermo) desea rendirle respeto en persona”, afirmó un portavoz real.

Solo quienes han tenido una cuidadora de edad avanzada conocen la relación especial que se crea entre esa tercera abuela llena de bondad y un niño pequeño que no puede echarse a los brazos de sus padres siempre que los necesita. Así ocurría entre Guillermo y Enrique y Olga. “Ellos eran como unos niños cualquiera. Si veían un charco lleno de barro, querían saltar en él, y si veían algo que se pudiera escalar, ellos intentaban escalarlo”, contó Powell al periódico Hertfordshire Mercury en una entrevista concedida en 2011, y añadió: “Sus padres querían que ellos vivieran una infancia normal dentro de sus posibilidades”.

La labor de niñera real exige gran discreción, pese a la gran exposición mediática que se padece en un trabajo así. Solo una vez, hace diez años, Olga Powell estuvo en las portadas de los medios. En octubre del 2002, una carta “muy personal” enviada por la nanny a Guillermo consolándolo por la separación de sus padres apareció en la casa del mayordomo de la Princesa Diana porque el joven príncipe, al parecer, la había dejado ahí olvidada. Esa misiva, que había sido escrita en 1992 y en la que Olga se mostraba especialmente cariñosa con los pequeños, salió a la luz junto a otros muchos efectos personales de Diana y los príncipes en un oscuro caso, el ‘affaire Burrell’. En este caso, que llegó a los tribunales, se acusó a Paul Burrell, uno de los sirvientes de la Casa Real Británica, de apropiarse de objetos de la familia real. En el juicio se habló de siete juegos de té, docenas de vestidos, 25 pares de pantalones, 26 pares de vaqueros, 17 pares de zapatos y 75 jerseys, además de cartas y fotos de alto valor simbólico. El caso terminó cuando la Reina hizo público que fue ella personalmente la que el había pedido a Burrell que se hiciera cargo de todo. Durante el proceso, a Olga se la veía azorada, insegura. Ella siempre prefirió estar en un parque jugando con sus niños.