LIBIA

Abu Shagur, nuevo primer ministro libio

El vicepresidente del Gobierno, que partía como independiente, se impuso a Yibril por 96 votos a 94

TRÍPOLI (LIBIA) Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Parlamento libio eligió hoy como nuevo jefe del Gobierno transitorio a Mustafa Abu Shagur, el vicepresidente primero del Gobierno, una de cuyas prioridades es restablecer la maltrecha seguridad del país, puesta una vez más en entredicho tras la muerte anoche del embajador de EEUU en Libia. Abu Shagur, nacido en 1951 en la ciudad libia de Gerian, al sur de Trípoli, y doctor en Ingeniería Electrónica, partía como candidato independiente frente a los aspirantes de los dos principales partidos.

Tras una primera vuelta, Abu Shagur superó el corte con 55 votos, junto al exprimer ministro Mahmud Yibril, candidato por la Alianza Fuerza Nacional (AFN), primer grupo político en el Congreso nacional, con 39 de los 200 escaños, y que logró 86 votos. En el camino se quedaba el ministro de Electricidad, Awad Barasi, arropado por la agrupación islamista Justicia y Construcción, que con 17 legisladores es la segunda fuerza política de un Parlamento dominado por diputados independientes (120).

En la segunda vuelta, Abu Shagur se impuso por 96 votos, frente a los 94 que obtuvo Yibril, lo que parece indicar que los simpatizantes del candidato islamista optaron en su mayoría por apoyar a Abu Shagur, que se presentaba como un continuista con experiencia en los asuntos del Estado.

"En primer lugar, represento la continuidad y tengo una amplia experiencia en la administración del Estado, así como un conocimiento de los retos a los que se enfrenta el actual Gobierno, en el que trabajo", dijo ayer Abu Shagur en una intervención ante los diputados, todavía como candidato. El nuevo primer ministro, doctorado en el Instituto de Electrónica de California en Estados Unidos, que ha ejercido como profesor en varias universidades, tiene ahora de plazo hasta el 28 de septiembre para nombrar un nuevo Ejecutivo de transición.

Seguridad y estabilidad

Entre sus prioridades están la necesidad de solucionar la cuestión de la seguridad y la estabilidad, además de la activación de la economía o el sector privado. No obstante, su empresa no parece fácil, como quedó en evidencia anoche con el asalto al consulado de EEUU en Bengasi y el ataque posterior a un grupo de "comandos", en los que murió el embajador estadounidense en Libia, Chris Steven.

El futuro primer ministro, que calificó al difunto embajador como un "querido amigo", aseguró que el ataque tendrá consecuencias. "Nunca hay una justificación por este tipo de acciones. Debe haber y habrá consecuencias. Aquellos que estén involucrados, a cualquier nivel, deben ser encontrados y castigados", dijo Abu Shagur en un comunicado difundido en su perfil de la red social Facebook.

El asalto de la embajada comenzó con una concentración de protesta contra una película estadounidense que se mofa del Islam, similar a la que horas antes se había producido en El Cairo, donde manifestantes salafíes irrumpieron en la legación diplomática de EEUU, arrancaron la bandera e izaron un estandarte con la profesión de fe islámica. Sin embargo, la situación en Bengasi se fue agravando, a lo que contribuyeron los disparos de los agentes de seguridad de la misión diplomática contra los participantes en la concentración, debido a que pensaban que estaban siendo atacados, según la versión ofrecida por el viceministro de Interior, Wanis al Sharf, que reconoció que las fuerzas de seguridad habían perdido el control de la situación.

"Nuestra revolución no está completa simplemente porque (Muamar al) Gadafi se ha ido. Nuestra revolución estará completa cuando las instituciones de nuestro estado sean fuertes, cuando el armamento pesado únicamente esté en manos del Gobierno y nuestras calles sean seguras para todos", dijo Abu Shagur.

Su principal misión ahora es restablecer ese vacío institucional y de seguridad, herencia del antiguo régimen y de los nueve meses de conflicto armado entre febrero y octubre de 2011, que dejaron al país sin Policía ni Ejército, aunque repleto de armamento incontrolado.