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Francia: Segunda vuelta y lecciones varias

Todos los sondeos auguran una mayoría muy holgada, tal vez absoluta, a los socialistas

MADRID Actualizado: Guardar
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La jornada electoral de este domingo en Francia dará, según todos los sondeos, una mayoría muy holgada, tal vez absoluta, al partido socialista. El hecho se debe, claro está, al cambio de humor de los electores franceses, pero la explicación de un cambio tan aparatoso es obra de la legislación electoral, inventada por el general de Gaulle en 1958 en procura de estabilidad, es decir de amplias mayorías.

Lo consiguió: en 2007, con el 35,3 por ciento del voto popular el PS obtuvo 186 escaños y la UMP (centro derecha) llegó a los 311 con el 54,9 por ciento. Esto ahorra comentarios sobre la naturaleza ultramayoritaria de la ley electoral. Entonces se benefició la UMP del presidente Sarkozy, ahora se beneficiará el PS del presidente Hollande. Más allá de este universo bicéfalo y abrumador, quedan hoy 24 escaños en manos de la entonces llamada "Izquierda Republicana" (donde estaban los comunistas), el "Nuevo Centro", con 21, y había siete diputados en la condición de "no inscritos".

Al menos tres encuestas de compañías acreditadas insisten en la mayoría absoluta para los socialistas. Ciertos medios se preguntan si el incidente político-social que protagonizó la pareja del presidente, Valerie Trierweler (que tomó partido públicamente por un socialista rebelde que insistió en presentarse frente a la candidata oficial, Ségolène Royal, ex-compañera del ahora jefe del Estado y madre de sus cuatro hijos) podrá alterar la intención de voto de algunos franceses.

Derecha y ultras

Pese a este panorama, tan estable en la creación de dos grandes bloques, hay cierta vida, no demasiada, más allá de sus barreras. Su importancia depende todavía de la benevolencia de los supergrandes. La UMP (Union por un Movimiento Popular), que perdió en mayo la presidencial, tiene ahí menos margen, porque su único socio natural el partido centrista MoDem, de François Bayrou, en grave dificultad personal para conseguir escaño, cosechó un gran fracaso en la primera vuelta, 1l 1,7 por ciento, y no es un sumando.

La otra derecha, la ultranacionalista que representa el Frente Nacional (electoralmente vestido como "Ressemblement Bleu Marine", de la infatigable Marine Le Pen, es premiada en los sondeos con un misterioso "entre cero y cuatro escaños", una indefinición también explicada aquí por la ley electoral y, en su caso concreto, por su gran handicap: su imposibilidad casi absoluta de pescar en la segunda vuelta algún voto que no sea primariamente suyo.

No es un partido polivalente y abierto, sino un instrumento de vísceras en acción, mezcla de populismo clásico, xenofobia atenuada y nacionalismo muy a la vieja, pero no difunta del todo, escuela de la "Action Françcaise". Se presenta, y es un récord, en 61 circunscripciones, lo que significa, como mínimo, que alcanzó el mínimo (un 12,1 por ciento del total de votos emitidos) en la primera vuelta. Apasiona en particular el caso de Marine Le Pen, con posibilidades reales en Hénin-Beaumont, donde fue la más votada el domingo pasado con el 42 por ciento de los votos. En la mejor de las hipótesis, la estrella ascendente del partido, Roger Collard, podría ser también elegido en Le Gard.

Hegemonía socialista y varios

Con el viento en las velas, el PS podría haber pasado muy bien la prueba sin buscar apoyo alguno, pero prefirió parecer más inclusivo y negoció -arduamente de creer muchos informes de prensa- con el único actor que parece su socio natural: los Verdes (técnicamente Europe-Ecologie-Les Verts). La negociación debía cubrir los dos flancos: dar a los écolos la seguridad de un puñado de escaños con la herramienta del desistimiento, en favor de alguien y recibir en ciertas circunscripciones sus votos porque el resultado se presentaba comprometido.

Esta mezcla de generosidad, sentido común y beneficio para ambas partes, se expresó ya claramente a la hora de la composición del nuevo gobierno Hollande: la jefa de los ecologistas, Cécile Duflot, fue nombrada ministra de la Vivienda. Con todo, el PS preferiría mayoría absoluta para no tener que depender ni una sola vez del voto amigo de los recién llegados ecologistas.

Queda, en fin, el notable "Front de Gauche", la izquierda radical, donde se han instalado los pequeños residuos del otrora gran partido comunista, más una mezcla de neo-comunistas, trotskistas, aún bien visibles en Francia y socialistas disidente, como su fundador, el ex- PS Jean Luc Mélenchon, quien se presentó contra Le Pen en la primera vuelta en un gesto entre moral y publicitario y perdió, lo que significa que seguirá como eurodiputado. Mélenchon obtuvo en la presidencial un meritorio 11,1 por ciento y su Frente de Izquierda podría obtener el domingo entre ocho y doce diputados.