Obra de Piet Zwart.
ARTE

Todos los papeles de las vanguardias

La fundación March revisa la primera 'edad de oro' del arte gráfico con la muestra 'La vanguardia aplicada (1890 1950)'

MADRID Actualizado: Guardar
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El tránsito del siglo XIX al XX fue crucial para el arte. Nació un nuevo y potente lenguaje plástico, con nuevos códigos, soportes y desafíos. Unas rupturistas formulaciones que hoy conocemos como vanguardias históricas, que dieron la vuelta al guante de la tradición, abrieron nuevas e insospechadas sendas al arte y transformaron todo los órdenes de la vida. El cine, la fotografía, y las revistas se convierten en alternativas expresivas a la pintura, la escultura, o la edición, que mantenían, en esencia, los mismos códigos dese casi el Renacimiento. Una revolución plástica en toda regla que tuvo uno de sus campos más activos en el arte gráfico y en las infinitas posibilidades de la serialidad, lo que permitió a los creadores alcanzar una difusión desconocida hasta entonces e inaugurar una edad dorada que duró casi seis décadas y se dejó sentir en todos los ámbitos.

Los creadores dispusieron de potentes herramientas que aprovecharon la Secession vienesa, los constructivistas rusos, los locos del Dadá, la innovadora Bahuaus, las industrias bélica o de moda, el cine y el teatro, la arquitectura y la publicidad, desde luego, y hasta los movimientos fascista, comunista y nazi que aplica la revolución a la propaganda.

Buena parte de los 'papeles' de esa vanguardista revolución gráfica y su poliédrico impacto transformador en todos los órdenes de la vida se pueden ver ahora en la exhaustiva y sugestiva muestra que acoge la fundación March en sus salas de Madrid, 'La vanguardia aplicada' (1850-1950'), que es la "historia visual" de ese fenómeno plástico que atravesó y conformó el siglo XX.

Reúne más de 700 piezas entre carteles, libros, folletos, postales, maquetas y revistas y toda suerte de documentos procedentes de dos colecciones excepcionales, la del norteamericano Merril C. Berman y la española que atesora el cántabro José María Lafuente. La colección estadounidense atesora más de 20.000 documentos, lo que la convierte en una de las mejores del mundo en su género y la del santanderino Lafuente es una feliz rareza en el panorama español. La primera mitad del siglo XX fue una edad de oro para el arte gráfico en la que los creadores cuestionan y reformulan lenguajes, formatos soportes y medios. El libro y la grafía superan sus límites y experimentan sin miedo, como vemos en los caligramas de Apollinaire y con la aparición del libro como objeto artístico e incluso escultórico. Una evolución que llegará a alumbrar libros de cerámica y hojalata, como los que figuran en la muestra, además de rollos de lectura continúa o murales.

Entre las piezas más valiosas e insólitas, la colección compela de los 14 libros que editó la primera Bauhaus, de la que apenas se conservan un puñado de ejemplares en todo el mundo, otra colección completa de la revista 'Zijeme', o un abecedario checo alumbrado en los años 20 que sigue siendo una referencia de culto para los grafistas.

Mostrar y transformar

Han sido necesarios tres años de trabajo para poder organizar y seleccionar el ingente material de estas dos excepcionales colecciones que se muestran en dos planos. El vertical, lo que cuelga en las paredes, tiene en la cartelería su fuerte, con material procedente mayoritariamente de la colección de Merril C. Berman, que aporta más 500 objetos. En el horizontal, en varias vitrinas, se exhiben los más de 200 libros, folletos, revistas y publicaciones de todo tipo aportados por la heteróclita colección Lafuente, un océano de libros, cartas, carteles, revistas, billetes, papeles timbrados y toda suerte de objetos.

Un paseo par este riquísimo caleidoscopio gráfico "nos muestra cómo hasta los años veinte los artistas representan el mundo y como a partir de ese momento las vanguardia se proponer transformarlo" resume Manuel Fontán, responsable de exposiciones del fundación March y de esta muestra en la que la propaganda se mezcla con la publicidad, el cine o el diseño en esos siete centenares de obras procedentes de más de 250 de creadores de una treintena de países. "Vemos como el cine, el teatro, la industria, la arquitectura, los medios, la propaganda política o la moda recurren a los mismos medios, como esta nueva y poderosa forma de expresión afecta y transforma todos los aspectos de la vida", resumen Fontán.

Escarbando en la inagotable nómina de artistas representados, aparecen muchos de los grandes genios del siglo XX, como Guillaume Apollinaire, Oskar Kokoschka, El Lissitzky, Lászlò Moholy-Nagy, Tommaso Marinetti, Liubov Popova, Aleksandr Ródchenko, Kurt Scwitters, Tarsila do Amaral, Rafael Barradas, Robert y Sonia Delaunay, Óscar Domínguez, Marcel Duchamp, Kandinski, Le Corbusier, Fernand Léger, Malévich, Mies van der Rohe, Joan Miró, Josep Renau, Man Ray, o Yves Tanguy.

La selección de sus obras "no se ha realizado solo con criterios históricos, sino desde un acercamiento transversal al espíritu transformador de las vanguardias y en torno al eje constituido por la articulación de las formas y los signos en el diseño gráfico de las vanguardias y la revolución tipográfica que estas supusieron" explica Fontán. Precisa que "no es una exposición de tipografía, y sí de arte, sobre poderoso impacto que tuvieron los ideales de la vanguardia histórica hasta los años 50".

Infografía y música

La muestra dedica un espacio a los albores de la infografía, un campo riquísimo que permite comprobar cómo los primeros genios de este ámbito lograban con medios y recursos casi artesanales efectos de una eficacia gráfica que hoy es difícil conseguir con las potentes herramientas informáticas. También se ocupa de la música, a través de unos conciertos que recuperan las muy vanguardistas composiciones de Darius Milhaud, Erik Satie, Francis Poulenc, Prokofiev o Schönberg.