Yayoi Kusama en su estudio.
arte

El obsesivo universo de Kusama

El Reina Sofía muestra por primera vez en España el singular alucinado arte de Yayoi Kusama, radical artista japonesa que desafió la tradición y la convención

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Tan decisiva para el arte contemporáneo como Andy Warhol, la fama de Yayoi Kusama (Nagano, 1929,) no es equiparable a la de su colega estadounidense entre el gran público. Pero para críticos, comisarios, estudiosos y coleccionistas, el talento múltiple y fiero de la radical artista japonesa se reconoce sin discusión como uno de los mayores del último siglo. Por primera vez podemos disfrutar de él en España gracias a la amplia retrospectiva que acoge hasta septiembre el museo Reina Sofía de Madrid. Una expo histórica, organizada en colaboración con la Tate Modern de de Londres, y que, además de a la capital británica, viajará al Pompidou de Paris y al Whitney Museum de Nueva York. Reúne centenar y medio de piezas de técnicas muy diversas de un poderosa y singular artista, capaz de alumbrar y sostener desde la inestabilidad de sus alucinaciones un universo propio, obsesionado y perfectamente reconocible.

En lugar de cosechar dólares como Warhol cuando ganó el trono del 'pop-art', Yayoi Kusama decidió seguir explorando caminos no trillados para el arte, no acomodarse y no cejar en su búsqueda desde el centro psiquiátrico en el que decidió ingresar voluntariamente en los años setenta del siglo pasado. Un lugar que hoy sigue siendo su casa, muy próxima al taller tokiota desde el que sigue sorprendiendo con una capacidad creadora que, con 82 años a cuestas, no decae.

Kusama, la artista viva más reconocida de Japón, lleva casi siete décadas desafiando la tradición y la convención. Hija de una acomodada familia del Japón rural, desafió primero la rígida tradición plástica de su país para interesarse y asumir la occidental. En el Japón devastado tras la segunda guerra mundial, la joven Yayoi explora el expresionismo, el surrealismo y la abstracción para crear un lenguaje propio. Fabrica su propia pintura con tierra y pigmentos y manufactura sus lienzos con sacos de semillas del negocio familiar. No se parece a nadie.

Mediados los cincuenta, se marcha a Nueva York con una mano delante y otra detrás. Junto a Warhol, Oldenburg o Rosenquist, pasa páginas decisivas para el arte de la época en acciones que admiran colegas como Frank Stella, Yves Klein o Donald Judd. Cuando Warhol entronizado como el rey de pop opta por hacer caja desde su 'Factory', Kusama regresa a Japón con un sentimiento de derrota, dispuesta a anular el yo, reinventarse y empezar de cero tras unos años como escritora y marchante. Sus performances desnuda en Nueva York, sus postulados feministas y sus desconcertantes instalaciones no eran bien comprendidas en ninguna de las dos orillas del Pacífico. Una incomprensión que no le impide avanzar en su peculiar y singular exploración, resuelta con el hallazgo de insólitos lenguaje plásticos que hacen de Kusama una creadora excéntrica, no etiquetable.

Lunares 'polka'

El empleo de la repetición, la monocromía, la retícula, las esculturas blandas y los puntos y 'polka dots' ('lunares polka') que son su sello más personal y reconocible, tienen que ver a la vez con la obsesión y la enfermedad mental. Una inestabilidad emocional generadora de alucinaciones que Kusama supo transformar en un poderoso motor creativo. "Mi vida ha sido una lucha sin tregua. Aunque he tenido que librar una batalla continua contra la obsesión desde niña, he logrado sobreponerme a ella a través de la pintura", explica Kusama.

La exposición muestra a Yayoi Kusama como una artista irreductible y esencial a través de una visión global de su carrera, acercándonos a los diferentes materiales y técnicas de una precursora en permanente evolución. Pintora, dibujante, escultora, performer, cineasta, fotógrafa, poeta y narradora, alterna la metafísica con la ironía, la crítica con el sarcasmo, la explosión cromática con la ausencia de color, y la luz con la oscuridad en sus instalaciones más recientes.

Instalaciones de gran formato y quizá sus piezas mejor conocidas, como 'I´m Here, but Nothing' (2000) o 'Infinity Mirrored Room-Filled with the Brilliance of Life' (2011), una nueva y sugerente representación del espacio infinito en un montaje diseñado expresamente para esta ocasión.

Frances Morris, responsable de colecciones de arte internacional de la Tate Modern, es la comisaria de una expo que narra "una historia de cambio y ruptura constantes" y que pretende "mostrar la amplitud y la profundidad de la producción de Kusama". Da prioridad "a los momentos de más intensa innovación" de una artista "original, experimental y sorprendente en permanente vanguardia".

Ha seleccionado 150 dibujos, pinturas, collages, ensamblajes, esculturas, instalaciones, películas, performances y documentos procedentes de la colección de Kuasma, de galerías y coleccionistas privados, y de algunos de los museos más importantes del mundo. "Se centra en los momentos en los que trabajó por primera vez con determinados lenguajes, que se reflejan tal y como eran cuando surgieron absorbiendo todas las energías creativas de la artista", resume Morris.