comisión de investigación en londres

Gordon Brown insiste en que invadir Irak fue «una buena decisión»

"Ganamos la batalla en siete días, pero nos llevó siete años lograr la paz", ha declarado el primer ministro, que ha comparecido de forma voluntaria

LONDRES Actualizado: Guardar
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El primer ministro británico, Gordon Brown, ha asumido su parte de responsabilidad en la decisión de embarcar al Reino Unido en la invasión de Irak en 2003, al recordar que el país árabe suponía una "amenaza". Durante su intervención ante la comisión de investigación sobre la guerra de Irak, Brown -entonces ministro de Finanzas- también ha negado categóricamente que escatimara gastos para cubrir las necesidades del Ejército.

Tal y como ocurriera con el ex "premier" Tony Blair el pasado enero, hoy tampoco ha habido lugar para el arrepentimiento durante las más de cuatro horas de intervención del jefe del Ejecutivo ante la llamada comisión Chilcot.

Como responsable de las arcas británicas durante una invasión cuyo pretexto fue hallar unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron, Brown ha tenido que dar cuentas de manera exhaustiva sobre dos asuntos que aún suscitan numerosos interrogantes. El primero, las supuestas restricciones que impuso a las partidas presupuestarias destinadas a las fuerzas militares británicas y, el segundo, su grado de implicación en la decisión política de involucrar a este país en una guerra para derrocar por la fuerza el régimen de Sadam Husein.

Abucheado a su llegada

Brown, que siempre ha querido distanciarse del llamado "núcleo duro" del Gobierno de Blair que apoyó a EEUU para atacar Irak, no ha pestañeado al tildar de "correcta" dicha decisión y afirmar que se tomó por "razones adecuadas". Si bien ha reiterado que él siempre contempló la intervención militar como un "último recurso", en ningún momento ha eludido su responsabilidad en la gestación del conflicto.

Así, ha defendido la gestión de Blair y ha asegurado que el gabinete de ministros fue "bien informado" de los pasos previos a la guerra, aunque ha dejado claro que no estuvo presente "en todas las reuniones" y que su papel se ciñó a mediar en los asuntos económicos. "Todo lo que hizo Tony Blair durante ese periodo lo hizo de la manera adecuada, y a mí se me proporcionó toda la información que necesitaba para tomar mis decisiones", ha subrayado.

Tras ser asesorado por el entonces fiscal general del Estado lord Goldsmith, quedó convencido de que Irak suponía una "amenaza", así como de la "legalidad" de la guerra, ha explicado Brown, quien también se apoyó en informes de los servicios de inteligencia.

Abucheado a su llegada

En cuanto al otro gran tema de su comparecencia, los supuestos recortes económicos al equipamiento militar, Brown ha negado rotundamente que su cartera escatimara en gastos para afrontar un conflicto bélico. A este respecto, ha aludido a las reuniones que mantuvo en junio de 2002 para hablar de los preparativos de una posible operación militar con el entonces ministro de Defensa, Geoff Hoon, enemigo político de Brown dentro del laborismo.

Se refería así a los documentos publicados por diversos medios que señalan que bloqueó varias partidas para el envío adicional de helicópteros a Irak y Afganistán, lo que supuestamente expuso a una situación de mayor riesgo a las tropas británicas. "Respondimos a cada petición de equipamiento militar hecha por los responsables militares. No se les negó ninguna de ellas", ha aseverado el "premier", que ha aclarado sin embargo que no dependió de él "tomar las decisiones militares sobre el terreno acerca del empleo de un tipo particular de vehículos", en respuesta a los que criticaron la utilización de "Snatch Land Rovers" por considerarlos poco seguros.

En cuanto a la reconstrucción del país árabe, Brown ha admitido que siempre creyó en el "esfuerzo internacional" para lograr este objetivo. Así, ha admitido que uno de sus "pesares" fue no haber "insistido" más a EEUU en que la planificación de la reconstrucción era tan "esencial" como los preparativos para la guerra.