REPORTAJE | NARCOTRÁFICO

Narcos, cuando la droga vale mucho más que la vida

La escalada de violencia entre clanes del hachís no cesa y sucesos como el ocurrido en Chipiona dan muestra de que el riesgo y el peligro es real

M. Almagro

Son capaces de absolutamente todo con tal de conseguir su objetivo. Bien droga o bien dinero. O las dos. No hay escrúpulos ni piedad . Hay pistolas, cuchillos y golpes. Sucesos tan atroces como el ocurrido hace ahora una semana en Chipiona, en el que cinco supuestos narcos torturaron y tiraron después a tres hombres en una cuneta, uno de ellos fallecido, no es nuevo, tampoco es que sea habitual, pero sí es cada vez más frecuente. Así lo viene alertando desde hace años la Fiscalía Antidroga. «Cada vez son más agresivos», «cada vez se sienten más presionados», «cada vez usan métodos más violentos». Y, no se refiere a un hecho que afecte solo al Campo de Gibraltar, sino que hace tiempo que se asentó y extendió y quizá con mayor peligro por la Costa Noroeste de Cádiz y la desembocadura del Guadalquivir (Sanlúcar, Rota, Trebujena, Chipiona...) y, también, con bastante fuerza, por Jerez.

Este tipo de bandas existen y actúan en Cádiz. Así se constata en los informes que anualmente realiza el Ministerio del Interior y donde la provincia se ha situado en los últimos años entre las primeras de España donde mayor incidencia tiene el crimen organizado con índices como los de Madrid, Barcelona, Málaga y la costa levantina.

Estos clanes se componen de violentos delincuentes con amplios historiales policiales (algunos de ellos 'reinventados' en narcos) que se agrupan, se coordinan y tejen un plan para enriquecerse y robar lo que otros se encargaron de pasar. Como ocurre con los conocidos 'vuelcos' que consiste en hacerse con alijos de hachís que ya vienen negociados. Para ellos es menos arriesgado y también más barato. No tienen que entablar relaciones con los proveedores marroquíes, ni hablar de precios o costes, ni tampoco rendir cuentas si la mercancía se pierde o se la interceptan. Van a por ello y punto .

Pero evidentemente este trabajo no les resulta nada fácil. Entre criminales y con un botín tan codiciado el riesgo es también mucho mayor. Tiroteos, agresiones, extorsiones, secuestros ... son frecuentes en este oscuro mundo. Además cuentan con una circunstancia a su favor que les diferencia de otros modos delictivos y que es fundamental: el silencio. «¿Quién va a denunciar que le han torturado o amenazado a punta de pistola por un cargamento de droga?», explica una fuente habituada a investigar este tipo de casos.

Eso fue lo que se sospecha que está detrás del terrible suceso de Chipiona que todavía está bajo investigación. Lo que ya está tristemente constatado es que un hombre de 39 años perdió la vida cosido a golpes y pinchazos, y otros dos resultaron gravemente heridos. Sus cuerpos fueron arrojados desde una furgoneta en marcha, maniatados, y quedaron tirados en la cuneta de la A-480. Sus presuntos captores, cuatro franceses, muy corpulentos, de ascendencia africana y un marroquí, fueron detenidos y ya se encuentran en prisión por orden del juzgado que instruye la causa.

Casos muy similares se han producido en los últimos años. Sin ir más lejos, hace dos veranos. La Policía Nacional detenía en Jerez a otra banda de presuntos narcos que retuvieron, amenazaron y agredieron a un hombre durante varias horas . Querían concertar una cita con un potente distribuidor de cocaína de la ciudad. A la víctima que capturaron para que les condujera hacia su objetivo, le montaron en un coche y le fueron llevando por distintas zonas de la localidad mientras lo extorsionaban y le pegaban para que 'cantara'. Los seis sospechosos, naturales de Jerez y de El Puerto, contaban con múltiples antecedentes a pesar de ser sorprendentemente jóvenes, entre 20 y 30 años.

La 'operación Cuatro y medio' también sirve de ejemplo de este 'modus operandi'. La Guardia Civil detuvo en septiembre del año pasado a 18 personas. La banda en cuestión, dedicada al tráfico de hachís por vía marítima, había secuestrado y torturado a un joven de Sanlúcar al que llegaron a amputar dos falanges de una mano para que respondiera por un alijo de hachís. Tal era el riesgo que corrió, que los agentes tuvieron que precipitar la explotación de esa investigación por miedo a que el secuestrado terminara perdiendo la vida, como, por ejemplo le ocurrió al 'Pelón' en manos de la temida banda de Ismael López, 'El Ojos'., otro de estos grupos criminales, considerados extremadamente peligrosos, que dejó su huella de sangre en Cádiz con un macabro crimen.

Según dictamina la sentencia que condenó al grupo de Ismael , estuvieron durante horas torturando a base de golpes y cuchilladas a este chiclanero para que les dijera donde guardaba una importante cantidad de dinero procedente supuestamente de un alijo. En el transcurso de su agonía, entre Chiclana, El Puerto, Sanlúcar y finalmente Puerto Real, le amenazaron con matarlo «como a un perro». Su cuerpo apareció tirado en un descampado completamente desfigurado. Este grupo criminal cayó en la denominada 'operación Periplo' , una investigación muy compleja que resultó crucial para que tanto la Audiencia de Cádiz como el Supremo condenara a todos ellos a penas altísimas.

También en febrero de 2018, y también en Sanlúcar, la Policía Nacional desarticuló en la 'operación Sahara' a otra banda, liderada por Nasser, un saharaui asentado en la localidad. Este grupo había supuestamente herido, torturado y retenido a dos personas. Todo se desencadenó tras un supuesto robo de droga. Al parecer les habían quitado una cantidad considerable de cocaína y polen de hachís, por valor de unos 40.000 euros. Cuando buscaban al ladrón dieron con quien creían que les podía decir dónde estaba.

Entre ocho o nueve personas lo condujeron a la parte trasera de un chalet de las afueras de la localidad y lo tiraron a la piscina. Lo desnudaron y tras vestirlo de nuevo lo ataron a una silla. Luego le cubrieron la cabeza con una bolsa de plástico y lo metieron en el maletero de un coche. Lo llevaron a un garaje y ahí siguieron los golpes y las amenazas. Lo dejaron en su casa malherido pero a los días volvieron y le pegaron un tiro en el brazo a su novia. La Policía Nacional investigó el caso y detuvo a los cuatro sospechosos que también ingresaron en prisión y ahora se encuentran a la espera de juicio.

Las investigaciones que hay que realizar para seguir a estos grupos suelen ser bastante complicadas. «Son gente escurridiza ... profesionales, saben lo que hacen y cómo lo tienen que hacer», explica una fuente. Por ejemplo si hablan por móvil (cada vez menos) suelen ser de prepago, con tarjetas asociadas a otras personas. Además sus conversaciones son en clave. También, en muchas ocasiones, son grupos itinerantes. Gente que llega desde otros puntos de España o del extranjero para hacer el ‘trabajo’ y marcharse. Los hay locales pero suelen contar con el silencio de quienes les pueden delatar y prefieren no meterse en líos.

El trabajo de la Guardia Civil y la Policía Nacional contra este tipo de grupos criminales en la provincia es continuo. Y esa presión también ha hecho que los delincuentes intenten siempre ir un paso por delante. Por eso se han ido haciendo cada vez más sofisticados. Y más peligrosos. «Ahora te encuentras un arma en cualquier registro. Antes no era tan frecuente», aseguran. Todo con tal de no perder lo que guardan. Un mundo donde la vida vale mucho menos que la droga.

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