MI RINCÓN FAVORITO
Una luchadora en tiempos de guerras y embajadora del Jerez
Su nombre es María del Rosario Grosso Burnham, más conocida cariñosamente como Mari Lalo
La cocina empezó como una pasión y se convirtió en profesión para esta gaditana que nace en 1932. Su nombre es María del Rosario Grosso Burnham, más conocida cariñosamente como Mari Lalo. Segunda hija de Antonio Grosso Portillo y Susana Burnham. Su abuelo materno, era un banquero cubano, que llegó a Cádiz donde conoció a su abuela. Antes de empezar nos aclara el porqué de su nombre de Pila. “Yo me iba a llamar Susana, como mi madre, pero cuando nací coincidió que era la Segunda República, y justo cayó una bomba enfrente de su casa sin que les pasará nada, así que le pusieron el nombre de la patrona de la ciudad de Cádiz.
Marilalo fue la única de sus hermanos que pasó fuera su etapa escolar, primero en las Irlandesas de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), posteriormente fue a Madrid, en el colegio de la Asunción, y por último en esta misma institución un año en Hereford, Inglaterra. Allí estuvo con la que consideró una de sus grandes amigas, a pesar de su pronto fallecimiento, Solín Bohórquez, que conocía de Jerez. De esta etapa nos dice seguir manteniendo buenas amistades. Nos cuenta que, para su padre, lo más importante era la educación que le iba a dar a sus hijos. Cómo anécdota, decir que eso no lo ha perdido, cuando terminamos nuestra charla y ya me voy a ir, a pesar de sus 88 años y dificultades de movilidad, Mari Lalo, se empeña en levantarse y acompañarme hasta la puerta, y es que, para ella, la educación prevalece, ante todo.
Su afición a la cocina le vino tras su época escolar, y como parte de la instrucción anteriormente mencionada, su padre quiso que el personal de servicio que había entonces trabajando para ellos, le enseñara a desarrollar todas las labores que tenía una casa, desde limpiar una puerta de madera, pasando por hacer la compra y hasta saber cocinar. Esto último, lo hizo de la mano de una gran cocinera formada en una prestigiosa escuela culinaria.
En los recuerdos de sus vacaciones, tiene estar jugando al tenis o cuando iban a Jerez, a la viña de los Pemán, grandes amigos suyos de Cádiz. Cuando habla del patriarca, José María, se le ilumina la mirada. De él, dice que era increíble, una persona única, las cosas que contaba y cuanto sabía. Nos muestra unas fotos maravillosas con él, quien puso el título a su primer libro. Los padres de Marilalo tenían un campito en Chiclana, donde hacían fiestas un día sí, y casi que otro también. Recibían a todos sus amigos. (La foto de juventud de nuestra protagonista es en ese lugar). Ya en su adolescencia tenían fiestas frecuentemente en los sitios más destacados de la ciudad, como el Club Náutico, donde entre los muchos cargos que tuvo su padre, fue presidente durante más de 25 años.
Marilalo ha sido una gran viajera, aunque nos dice que se le han quedado muchos destinos en el tintero a los que le hubiese gustado ir como Tailandia. Empezó hacerlo cuando se fue a Inglaterra. Al volver empezó a trabajar con su padre, entonces gerente de la Naviera Pinillos, y al que decidió acompañar a sus viajes. Eso le permitió conocer mucha gente y culturas fuera de la España de la época. Seguro que eso también le benefició para haber sido la gran empresaria a la que llegó a convertirse.
Marilalo era bastante divertida, y tenía varios pretendientes, aunque el día que conoció a su marido Guillermo Macpherson, conocido como Mito, supo que sería el amor de su vida, y del que nos dice, siempre estuvo enamorada, y es que se sigue emocionando cuando habla de él. Se conocieron en un baile en el Casino de Cádiz. “Yo llevaba varios pretendientes, pero cuando conocí y bailé con Mito, no le solté más, y no le hice ni caso al resto”. A los 22 años se casó con Guillermo, y no lo hizo antes porque su padre no le dejó, cosa que después ella se lo agradeció. Tuvieron 6 hijos.
Marilalo es una luchadora, dice que su vida ha sido muy bonita, pero a la vez muy dura y difícil. Le tocó reinventarse en una época muy complicada socialmente hablando. Por adversidades de la vida le tocó empezar a trabajar, porque como ella misma dice: “Tenía 6 bocas que alimentar”. Empezó haciendo tartas que tuvieron mucho éxito, y a raíz de eso, comenzó a impartir clases de cocina con los conocimientos que le habían trasmitido la cocinera de su casa y de la de que había en casa de sus suegros. Fueron tan rápidas las buenas referencias que tuvo, que creó su propio catering con el que a sirvió bautizos, primeras comuniones, bodas y todo tipo de eventos sociales. Hasta varios en un día, y no solo lo hacía en España, sino que fuera también, como en Rusia, Portugal, Alemania (donde vivió la caída del muro de Berlín, estando en esa ciudad), Suecia, Francia, Italia, Dinamarca... Incluso el Rey Juan Carlos, amigo de regatas de Mito, no se ha podido resistir a sus menús. Se especializó, en la cocina española, y eso fue un gran atractivo en el extranjero. El eje central de su cocinado era el vino, especialmente el de Jerez. Todo esto fue posible gracias a que contó con la ayuda de Dorita.
Fue tal éxito su rápida carrera empresarial, que surgió la idea de escribir un libro, y para ello contó con la ayuda de su amiga Ymelda Moreno, quien era presidenta de la Cofradía de la Buena Mesa. “El vino de Jerez, en la cocina universal”, libro que raramente falta en alguna casa jerezana y que está presente en muchas del mundo.
Llegó a dirigir diferentes cocinas, como la de las Bodegas Domecq, Osborne, el Rastrillo de Nuevo Futuro o su propio restaurante en Valdelagrana, “El Fogón”, que tenía una larga listas de reservas. Escribió dos libros más “Cocina para navegantes” y 'Haciendo cocina; diccionario práctico de elementos y recetas'.
Le pedimos algún consejo de cocina: “Hay que saber comprar, cocinar a fuego lento, siempre estar pendiente de lo que se cocina y hacerlo con mucho amor”.
Marilalo, una entrañable señora que ha dedicado su vida a su familia y a la cocina. A llevar el nombre de los vinos de Jerez por el mundo. Y a compartir su alegría con quienes se han ido cruzando en su camino. Sin duda una persona que merece la pena conocer y escuchar.
