JULIO MALO DE MOLINA - OPINIÓN

Jornada de reflexión

Para que mañana podamos ejercer el derecho al sufragio universal, directo, libre y secreto, muchos hombres y muchas mujeres a lo largo de la historia han combatido con generosidad en revoluciones y guerras

JULIO MALO DE MOLINA
CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Hoy precisamente disfrutamos de un viejo rito del actual modelo de convivencia democrática, ese día previo al trajín de urnas y escrutinios que mañana nos mantendrán en vilo hasta bien entrada la noche. Un alto en esta carrera hacía previsibles cambios que siempre serán para mejor como sostiene un conocido aforismo de Heráclito asumido por Platón: ‘No se puede navegar dos veces por el mismo río’; y alivio para quienes hoy nos reservamos la opción escogida. Recuerdo en las postrimerías del franquismo una entrevista al historiador Tuñón de Lara, profesor en la Universidad de Toulouse; cuando le preguntan por quién iba a votar en las elecciones francesas responde: «Se conoce que usted no vive en democracia, el voto es secreto».

La revolución francesa de 1789 conduce al modelo de democracia moderna tras un penoso proceso de dolor y sangre. Le había precedido en más de un siglo la revolución de Cromwell quien, tras una durísima contienda contra los monárquicos y la decapitación del rey Carlos, establece las bases del moderno estado liberal británico. Por aquellos tiempos, la monarquía española de la casa de Austria tuvo que hacer frente a dos repúblicas: la del canónigo catalán Pau Claris que duró bien poco, y la de la insurrecta Holanda, que acabó siendo reconocida por España en 1648. También tuvieron su recorrido sangriento, tanto la República norteamericana como las que Simón Bolívar levanta en la América indo-española.

Para que mañana podamos ejercer el derecho al sufragio universal, directo, libre y secreto, muchos hombres y muchas mujeres a lo largo de la historia han combatido con generosidad en revoluciones y guerras. En España no se alcanza plenamente el sufragio universal hasta la Constitución de la República Española de 1931, en buena medida gracias a Clara Campoamor quien lideró la lucha por el derecho de las mujeres al voto, de manera que finalmente en las elecciones de 1933 los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país pudieron votar libremente por primera vez. Poco tiempo se ejerce de forma regular este derecho que la dictadura del general Franco suprime y sólo se recupera con las elecciones democráticas de 1977. Nuestra Constitución recoge la Ley Electoral pactada durante la transición y ese será el sistema que regirá mañana, pero previsiblemente se va a modificar para futuras convocatorias. Varios partidos proponen cambiar el procedimiento de listas bloqueadas y cerradas así como otros aspectos que durante estos años han propiciado una especie de oligocracia por parte de los aparatos de los grandes partidos.

Quizás no por casualidad tanto la relajada jornada de hoy como el frenesí de mañana coinciden con las fiestas de Navidad, las mas alegres del hemisferio norte pues su celebración relacionada con el solsticio de invierno se remonta a los albores de la humanidad. El sol invierte su ciclo decreciente para renacer cada día un poco mas anunciando una nueva primavera. Algunos católicos rechazan el fenómeno astronómico como causa de las festividades y reivindican el nacimiento de Jesús de Nazaret como única razón, pese a que ambas cosas no parecen incompatibles. La Iglesia reconoce que no existen datos objetivos que permitan fijar la fecha del nacimiento del Mesías, de manera que se conmemora coincidiendo con el propio renacer del sol, la celebración precristiana más importante del año. Otras confesiones evangélicas procedentes de la reforma de Martin Lutero han compatibilizado los ritos religiosos con otros de origen anterior tan bien representados por ese viejo y simpático druida que llamamos Papá Noel.

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