CULTURA NAVAL

Científicos y militares, los gaditanos que marcaron la historia

Astrónomos, arquitectos, inventores o expertos en electricidad, todos ellos pioneros que dedicaron su vida al servicio de la Ciencia y de España

Real Observatorio de la Armada, donde desarrollaron su labor muchos de estos militares. ANTONIO VÁZQUEZ

Verónica Sánchez

De algunos de ellos quizá le suenen sus nombres, aunque no tenga muy claro lo que hicieron. O si usted, lector, gusta de conocer la historia científica de España y, por ende, del mundo (no olvidemos que precisamente un español fue el primero en completar la primera vuelta al mundo, hace ya casi 500 años y que, en honor a él, el buque escuela de la Armada, fue bautizado comoJuanSebastián de Elcano), probablemente sepa que ciencia y mundo militar han ido de la mano desde hace siglos.

Cuna de la Armada Española y de ilustres marinos, Cádiz puede presumir de muchos de sus hijos que, siendo militares y científicos, lograron marcar para siempre el devenir de nuestros días. Realizamos un repaso por algunos de ellos.

Cecilio Pujazón y García

Marino, astrónomo y director del Real Observatorio de la Armada (ROA) , Cecilio Pujazón nació en San Fernando en 1833 y falleció en París en 1891. Ingresó en el Colegio Naval Militar de La Isla con tan solo 13 años y, desde entonces, tal y como asegura la Real Academia de la Historia, «su vida estuvo dedicada por completo a la Marina y, dentro de ella, a las actividades científicas relacionadas con la hidrografía y con la astronomía».

En 1857 ingresó como alumno de la primera promoción del Curso de Estudios Superiores para oficiales de la Armada que se acababa de establecer en el Observatorio.Durante los tres años de duración de este curso obtuvo muy buenas calificaciones y participó en numerosas actividades, entre las que destaca la expedición organizada para observar en Oropesa (Castellón) el eclipse de Sol de 1860. Un año después fue destinado a la Comisión Hidrográfica de las Antillas y participó en diversos trabajos de carácter hidrográfico en la costa norte de Cuba. En 1869 volvió a la Península para asumir la dirección del Observatorio, institución que, gracias a su impulso, alcanzó durante el último tercio del siglo XIX un gran nivel de importancia científica. De hecho, renovó todo el instrumental y dirigió la organización del Centro de Agujas Magnéticas y del Servicio Meteorológico Costero. Asimismo, en 1882 participó en la expedición a Cuba para observar el paso de Venus por el disco solar.

Murió en 1891 en París, mientras participaba en una comisión internacional de astrónomos que se encontraba realizando un mapa general del cielo . Sus restos reposan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

Interior del Panteón de Marinos Ilustres. LA VOZ

Gaspar de Molina y Zaldívar

Hijo de una familia ilustre (de hecho fue el tercer Marqués de Ureña, título que heredó de su padre), nació en Cádiz en 1741 y falleció en SanFernando en 1806. Destacan de él sus múltiples facetas. Por una parte, fue intendente de Marina y arquitecto, y a él se debe la planta del Real Observatorio de la Armada, que diseñó en 1791. Además, dirigió las obras de la Población Militar de San Carlos .

Por otro lado, cultivó la pintura y varias artes decorativas, «compuso obras musicales y sabía tocar diversos instrumentos; tenía amplios conocimientos, teóricos y prácticos, de física, química y otras ciencias, y gran habilidad para la invención y fabricación de todo tipo de artilugios», destaca la Real Academia de la Historia sobre la figura de este gaditano.

Gaspar de Molina y Zaldívar publicó un tratado de estética arquitectónica y musical y otro sobre el galvanismo, así como composiciones poéticas.

Pero quizá su obra más importante sea la relación que hizo de un viaje que realizó entre 1787 y 1788 que le llevó por Francia, Inglaterra, Flandes y Holanda y en el que fue tomando nota de todo lo que iba observando que podía ser de utilidad para España a su regreso. Conocimientos y experiencias sobre arte, medicina, física, química, zoología, agricultura, botánica, industria, transportes y comercio.

José González Hontoria

Inventor artillero y marino . Nació en Sanlúcar en 1840 y falleció en Madrid en 1889. Nombrado subteniente alumno en 1858 en la Academia de Estado Mayor de Artillería de la Armada, en San Fernando, dos años después se licenció como número uno de su promoción y fue nombrado ayudante profesor de la Academia. Allí le comisionaron durante tres meses para recorrer las fábricas de armas estatales y estudiar los procedimientos para elaborar armas blancas, armas portátiles de fuego, pólvoras, y fundiciones de hierro para cañones. Tras ello, ejerció como profesor de Mecánica Racional y Aplicada y de Cálculo Diferencial e Integral para después hacerse cargo de la Comandancia de la Escuela y Sección de Condestables.

José González Hontoria. MUSEO NAVAL

Entre 1864 y 1865 fue comisionado a Estados Unidos para estudiar los avances en armamento de este país, donde realizó una importante labor de recogida de información. En 1870 fue nombrado comandante del parque del Arsenal de Ferrol y allí puso en práctica algo que había visto en Norteamérica, su primer proyecto de cañón de avancarga (carga por la boca). En 1878 presentó su segundo proyecto de cañones, consistente en un sistema de piezas de acero, de retrocarga y ánima rayada. Tras ello, fue comisionado para visitar fábricas de armamento por toda Europa. La Armada estudió sus propuestas de cañones de retrocarga y aceptó varias de ellas, que constituyeron el ‘Sistema González Hontoria’ .

Fue nombrado subdirector de las Escuelas de Artillería ubicadas en Cádiz y en Torregorda se probaron muchos de sus cañones. «En 1883 presentó un nuevo proyecto de cañones de acero de mayor potencia, con calibres comprendidos entre 120 y 320 milímetros, de los que se autorizó la construcción de dos, de 120 y 160 milímetros», afirma la Real Academia de la Historia. Debido al éxito de sus nuevos cañones, éstos fueron adoptados como reglamentarios en los barcos de la Armada.

«José González Hontoria sobresalió por sus amplios conocimientos científicos y por su capacidad para llevarlos a la práctica. Fue tenaz, tuvo una gran capacidad de trabajo, y destacó por sus dotes como negociador, gracias a las que consiguió contratos muy ventajosos para España », subraya la Academia. De hecho, le ofrecieron varios puestos de trabajo muy bien remunerados en la vida civil, a los que siempre renunció por prestar sus servicios en la Armada.

José Luis Díez y Pérez de Muñoz

Colaborador del proyecto del submarino de Isaac Peral, nació en Jerez en 1851 y falleció en Puerto Real a la edad de 36 años. Estudió química y electricidad en el Real Observatorio de la Armada y, tras ello, se le destinó como profesor a la Escuela Naval. En 1883 representó a España en la Exposición de Electricidad de Viena , donde mostró sus conocimientos y dejó alto el pabellón patrio. De hecho, el emperador Francisco José I de Austria le condecoró con la Cruz de Hierro. A su regreso a España dirigió la instalación del alumbrado eléctrico del Arsenal de Ferrol y, tras ello, fue nombrado profesor de química en el Real Observatorio de San Fernando. En esta época colaboró en el sistema eléctrico del submarino Peral. Pero un ataque de reúma acabó con su vida en 1887.

El submarino Peral en Cádiz. ARMADA ESPAÑOLA

Francisco de Paula Márquez y Roco

Astrónomo y brigadier de la Armada, nació en San Fernando en 1816 y falleció en Madrid en 1886. Ingresó en la Academia de Pilotos del departamento de Cádiz en 1829, pero pocos años después decidió dedicarse únicamente a la Astronomía y en 1833 ingresó en el Real Observatorio como meritorio. Desde entonces y hasta 1855 colaboró con los directores del Observatorio, Sánchez Cerquero y Montojo, en todas las tareas científicas que se desarrollaron en esta institución. Tanto fue así, que desde 1856 hasta 1869 fue director de este organismo de laArmada.

Allí consiguió que el proyecto del nuevo ferrocarril que uniría Cádiz con Puerto Real se modificase, haciendo que las vías discurrieran por, al menos, 300 metros de separación del Observatorio, debido a las fuertes perturbaciones que ocasionaría el paso de los trenes y que hubiesen hecho imposible el trabajo científico. Asimismo, logró mejorar el ‘Almanaque náutico’ que el Observatorio había comenzado a publicar en 1792, gracias a varias reformas que lo situaron entre los mejores de Europa. Además, durante la dirección de Márquez se reformó el edificio principal del Observatorio y se puso en vigor un nuevo reglamento de funcionamiento del centro. Abandonó la dirección del mismo en 1869 a petición propia, alegando problemas de salud.

Sus trabajos al frente del Observatorio le llevaron a la Academia de Ciencias Exactas donde ingresó como numerario en 1875. Un año antes, ya trasladado a Madrid, había sido nombrado consejero de Instrucción Pública y, en 1876, director del Conservatorio de Artes y Oficios y del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos. Allí dedicó a la enseñanza sus últimos días.

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