Juan Manzorro

La Uchi y el marinero

Era un lujo escuchar su risa ruidosa y festiva una mañana de Erizada o cualquier noche de carnaval

Lo recuerdo bien. Fue una tarde de verano de 1981. Yo iba por la calle de La Rosa vestido de marinero del cuartel de instrucción y tú paseabas divertida con tu inseparable bicicleta . Me miraste y me dijiste de todo . Me dijiste hasta bonito. Ese fue el día en que te conocí y desde entonces te he mirado con enorme simpatía . A partir de hoy te recordaré con inmensa ternura . En la hora de tu adiós evoco con tristeza aquella anécdota de mi primer encuentro con una niña grande, sabia y noble, que se ha marchado dejando entre sus paisanos u na estela de sincero cariño .

Era una alegría ver a la Uchi caminando pausada por la calle de La Palma. Y un gozo verla entrar respetuosa en la Iglesia de su barrio y acompañar al Cristo de la Misericordia y a la Virgen de Las Penas en la tarde del Lunes Santo . Era un lujo escuchar su risa ruidosa y festiva una mañana de Erizada o cualquier noche de carnaval. Su nombre está escrito en los libretos de las coplas , sus andanzas fueron citadas en el escenario del Teatro Falla con el respeto que inspiran los personajes populares.

Ella fue la reina de la alegría . Espontánea, despreocupada, feliz como una niña inocente, como una mujer sabia , de mirada limpia y sonrisa abierta. Su vieja bicicleta, su chándal del Barcelona, su gesto pícaro ... su recuerdo eterno permanecerá en las calles de su barrio.

El marinero se licenció hace treinta y cinco años. Hoy en las páginas de LA VOZ despide con emoción a La Uchi que se marchó ayer para siempre. Se fue despacito. En silencio. Cádiz la llora . A La Viña le duele el alma.

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