Entrevista

Luis Chillida: «Mi padre siempre decía que las obras deben envejecer dignamente»

El hijo del famoso escultor Eduardo Chillida cree, al igual que su padre, que hay que conservar las obras pero que a la vez se note el paso del tiempo en ellas

Luis Chillida es el presidente de la Fundación en honor a su padre, el escultor Eduardo Chillida. La Voz

Almudena del Campo

Preside la Fundación en honor a su padre, Eduardo Chillida, prestigioso escultor nacido en San Sebastián en 1924 que utilizó materiales como el hierro o el hormigón en sus grandiosas obras. Una de ellas, ‘El Elogio del horizonte’, ubicada en el Cerro de Santa Catalina de Gijón, ha sido elegida para que forme parte del proyecto InnovaConcrete, de conservación del patrimonio cultural del hormigón del siglo XX.

¿Conocía Cádiz? ¿Qué le parece suu patrimonio?

Sí, durante el proyecto de InnovaConcrete he estado varias veces y he tenido la oportunidad de ver el patrimonio de la ciudad, que me parece estupendo. Sí que es cierto que hay algunos edificios que aún falta ponerlos en valor, algo que pasa en Cádiz y en todos los lugares del mundo. Se van quedando abandonados y hay que actuar.

¿Qué importancia tendrán estas nuevas técnicas y materiales creados con InnovaConcrete para conservar el patrimonio cultural, concretamente, del hormigón?

Haber conseguido, a través de este proyecto europeo, unir a tantas personas de muy diferentes disciplinas trabajando para un bien común es muy importante para poner en valor y conservar ese patrimonio que se ha detectado que con el tiempo se ha ido deterioriorando. Cuando se construía en hormigón se pensaba que iba a durar 50 años y, a partir de ahora, eso tiene que cambiar con la aplicación de estos nuevos productos. Y esto es solo el principio. Queda mucho por hacer.

¿Y qué importancia tiene este proyecto para la conservación de la obra de su padre?

Creo que hemos incluido cierta sensibilidad al propio envejecimiento. Mi padre siempre ha considerado que las cosas tienen que envejecer pero dignamente. Es decir, conservar pero que, a la vez, se note el paso del tiempo. No se puede restaurar un edificio y que parezca que lo acaban de hacer hoy. En los estudios previos, ha habido una preocupación por conocer cómo iban a resultar estéticamente esos materiales. No solo que funcionen química y orgánicamente sino estéticamente.

¿Qué le parece que se haya elegido la obra ‘El elogio del horizonte’ de Chillida para probar estas nuevas técnicas y materiales?

Cuando nos comunicaron que lo habían elegido nos pareció una idea maravillosa desde el principio, como si nos hubiera tocado la lotería. Es grato que se considere a la obra de mi padre como un patrimonio porque en mi familia siempre hemos querido conservarla. Que la hayan elegido es todo un honor.

¿Ha sufrido alguna de las obras de su padre actos vandálicos o pintadas?

Sí, algunas que están más aisladas. Es necesario concienciar y educar. Muchas veces la limpieza del propio hormigon lo deterioraba y ahora, gracias a estos nuevos materiales, se esta trabajando para que las pinturas no penetren en el material y se puedan eliminar mas facilmente. Será un gran avance.

Si no llega a ser por estos nuevos materiales, ¿se correría el riesgo de perder alguna de estas obras?

Es difícil que se pierdan. Lo que sí podría producirse es que se notara más el deterioro. Estructuralmente no tienen problemas porque son piezas muy sólidas. Estéticamente sí que se notaría más pero depende de las ubicaciones, si están expuestos al mar, al salitre o a los vientos...

¿Por qué eligió su padre el hormigón como material para sus obras?

Por una cuestión de escala. Mi padre fue una persona que nunca pudo trabajar en una obra hueca porque para él una escultura hueca tenía un espacio inaccesible que no tenía ningún sentido. Una obra, para ser de verdad, tenía que ser de gran envergadura. No aparentar que es maciza sino serlo. Cuando se hace una obra pública, mi padre lo primero que hacía era buscar el lugar. Llevaba mucho tiempo buscando un localizando espacios para hacer el ‘Elogio al horizonte’. Para él era la patria de todos los hombres, ese lugar que nos pertenece a todos y los que vivimos junto al mar lo apreciamos mucho. Se dio cuenta de que casi todos los sitios que le habían parecido adecuados para hacer esta obra eran fortificaciones militares. Pero un día, un arquitecto de Gijón al que le habían encargado hacer una reforma en el Cerro de Santa Catalina, que antes era zona militar, llamó a mi padre y le dijo: «Eduardo, tienes que venir a ver este sitio porque es lo que estás buscando». Y así fue.

¿Cree que la sociedad concienciada y valora este tipo de arquitectura?

Creo que sí porque cuando la gente ve las cosas abandonadas piensan que deben de ponerse en valor. Este mismo edificio de la Escuela de Náutica de Cádiz, que me recuerda mucho al Náutico de San Sebastián (que se acabó restaurando) es un ejemplo de ello. Es como un barco varado que debe ponerse en valor.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación