Cádiz

Comercios que no entienden de modas americanas

Apenas algunos comercios tradicionales evitan ofrecer descuentos durante el fin de semana con un debate de por medio: ¿Merece la pena?

El escaparate de la tienda textil Tinoco, plagado de ofertas durante el fin de semana del Black Friday. Francis Jiménez

Fran M. Galbarro

A su manera, pero hasta Maria de los Ángeles Salvador adapta El Siglo , tienda de «lámparas y artículos de playa; juguetes y regalos», al Black Friday. No usa el anglicismo, pero el cartel de rebajas luce en su cristalera sin desentonar con la apariencia del resto del escaparate, propia de los años setenta y una de las más llamativas de la ciudad. «Tenemos algunos artículos al 50 por ciento de descuento. Aquí entran y preguntan por las rebajas, lo digas o no lo digas», explica la dependienta, que junto a su marido regenta el negocio, con ocho décadas de historia, desde hace medio siglo.

Son pocos los comercios tradicionales que soportan la tentación del Black Friday una tradición anglosajona que en los últimos años ha arrasado al mismo ritmo que negocios de toda la vida echaban el cierre por distintos motivos: la apertura de grandes centros comerciales, la expansión de grandes marcas por todo el territorio nacional –especialmente en el sector textil–, el impacto de las nuevas tecnologías...

El comercio tradicional de Cádiz resiste y aún son varias las tiendas que sobreviven al paso de los años . Cada uno se ha adaptado de una forma distinta a un vendaval que arrasa con casi todo lo no sea el sector hostelero o gastronómico , pero todos mantienen su esencia en ocasiones hasta centenaria.

Sin embargo, el impacto de una moda de implantación reciente como el Black Friday ha sido tal que la gran mayoría lo ha adaptado a su planificación a su manera. La aplicación de rebajas a los productos durante estos días en los que las previsiones hablan de récord en la capital gaditana abre un debate que ofrece multitud de respuestas de por medio: ¿Realmente merece la pena?

El Siglo. Francis Jiménez

Todos los comercios tradicionales consultados coinciden en una conclusión: ellos no son los grandes beneficiados, sino las grandes plataformas. Los centros comerciales y las marcas más importantes, las mismas que minan sus posibilidades de continuar en el mercado durante muchas generaciones más.

Confecciones Eutimio , una de las tiendas más conocidas del sector textil a nivel local, es uno de los más optimistas con las novedades de un mundo globalizado. «El comercio ha evolucionado y hoy existen otras técnicas de venta», resume Eutimio Dominguez, uno de los cuatro hermanos propietarios de un negocio que montó su padre casi de la nada. Fue a finales de los años cincuenta, cuando su entonces jefe le puso en una tesitura difícil de digerir en una época en la que los derechos laborales actuales eran poco menos que una quimera: si decidía faltar al trabajo para acudir al entierro de su padre (abuelo de los actuales propietarios) se quedaría sin empleo. Quiso dar su último adiós y la amenaza se cumplió. Ya en el paro, empezó a curtirse por su cuenta en el oficio de sastre para acabar montando lo que hoy es un negocio consolidado con dos tiendas en el centro y más de medio siglo de vida.

Los escaparates de Eutimio, al igual que los de Tinoco –la otra conocida marca del textil local– están llenos este fin de semana de carteles con atronadores descuentos para atraer a los clientes gaditanos y extranjeros. «En este mundo toca trabajar más para ganar lo mismo y ser siempre competitivo. El Black Friday es una buena idea, como todo lo que sea meter dinero en tu negocio», admite Domínguez, que encuentra positivo este tipo de novedades e incluso entrar en la competencia con las grandes marcas cuyos establecimientos se encuentran a pocos metros de su negocio.

«La competencia es lo más bonito que hay para nosotros. ¿Te crees que la gente viene a Cádiz a comprarme a mi? Viene porque aquí está Zara, Springfield, Mango... Si no estuvieran esos no vendría nadie. Con las migajas que sueltan comemos los demás », reconoce. Su negocio, según asegura, tiene fecha de cierre si no hay cambios destacados: los hermanos prefieren que sus hijos estudien y lo más probable es que no haya tercera generación. «Esto es demasiado duro y prefiero que mis hijos no dependan de una puerta y un mostrador», concluye.

Sin duda el sector textil es el más afectado por la fiebre de los descuentos durante la semana (para algunos el mes) del viernes negro. Pero no todos lo afrontan con el optimismo de Eutimio. Otro negocio con más de setenta años de historia, la tienda de ropa Isi, se muestra más escéptica con las consecuencias que esta promoción tiene en el comercio local. De hecho, en la planificación de su año, este nuevo fenómeno afecta directamente a los beneficios. Y no para bien. «Es verdad que se vende mucho durante estos días, pero no sale a cuenta en el cómputo del mes de noviembre y la primera de diciembre», admite.

Sin embargo, en Isi llevan al día a día la idea de renovarse o morir. La compañía, formada en el 1945 por el abuelo de Lara, llegó a tener ocho tiendas con decenas de trabajadores. Tras una importante restructuración hoy sólo queda la de la calle Novena, que abrió el mismo día que se inauguró el Puente Carranza . «En parte le ha venido bien a la empresa para dar un giro; necesitábamos gente nueva para cambiar la forma de trabajar de una empresa familiar», admite Lara, que ha liderado una transformación del negocio hacia la especialización: trabajan con las mejores marcas del sector y ofrecen prendas para eventos destacados como ceremonias y fiestas, casi todas con algún tipo de descuento durante los últimos días.

Tienda Isi. Francis Jiménez

Pero hay excepciones, cómo no. Unos pocos consiguen resistir a la moda anglosajona. En Cuchillos Serafín , el comercio más antiguo de la ciudad, el pasado viernes fue un día más. Como el resto de los 122 años en los que el negocio se ha mantenido en el mismo lugar. Sus cuchillos no tienen ningún cartel para atraer a los potenciales clientes, que bastantes hay repartidos ya por toda la ciudad. «Nunca me ha dado por hacer ofertas. Al final siempre salen ganando las grandes superficies. Yo intento mantener los precios lo más baratos que se puedan vender y punto», sentencia.

También muestra resistencia al Black Friday la papelería Las Cortes, aunque ya coqueteó con la moda hace un años. «Pusimos un 25 por ciento para los regalos, pero a mi no me gusta. No son nuestras tradiciones. Aquí al final todo el que entra se va con un descuento», explica José Leal, propietario de un negocio que originariamente era el Alfa 1.

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