La Policía, en la barriada tras los altercados del lunes.
La Policía, en la barriada tras los altercados del lunes. - A. VÁZQUEZ
REPORTAJE

Los Milagros, el barrio que no quiere ser José Antonio

La reyerta entre dos clanes en esta barriada portuense preocupa a los vecinos que piden seguridad y también mucha más atención

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La barriada de Los Milagros de El Puerto lleva años soportando la degradación. Es de esos sitios donde se reúnen multitud de circunstancias de la vida que luego los ayuntamientos ponen encima de una mesa sobre bienestar social para buscarles solución. Quizá, demasiado tarde. La crisis azotó fuerte aquí aunque, en realidad, ya hacía tiempo que se habían empezado a notar sus consecuencias. Los bloques están sucios, atestados de humedades y grietas y nadie –ni propietarios ni administraciones– se hacen cargo de ellos. «No hay dinero».

El barrio no se esconde. De hecho, mira de frente a la avenida de Sanlúcar, una de las vías más transitadas de El Puerto por la que a diario pasan miles de personas. Pero, ahí dentro, la vida se vive como se puede.

O como algunos dejan que se viva porque la delincuencia es otro de los graves problemas con los que se han visto obligados a lidiar en esta barriada. No son muchos los que son conflictivos pero sí los justos para que en un instante cambie todo de blanco a negro. Esta misma semana ocurrió. El día transcurría como cualquier otro hasta que a eso de las tres de la tarde dejó de ser uno normal. Una pelea entre dos clanes rivales hizo temblar de nuevo a Los Milagros. A los que están acostumbrados a vivir así y a los que no.

La calma tensa

La tensión, dormida pero nunca ausente, explotó. Entonces entre las calles Virgen de la Oliva y Nuestra Señora de Regla empezaron los gritos, los insultos y las amenazas. Se vio a alguien pasear con una escopeta, supuestamente cargada, y se avisó a la Policía de que esta vez parecía que el problema iba a ir a más. Llegados los agentes intentaron calmar los ánimos pero, cuando todo parecía que se había resuelto, uno de los implicados salió repentinamente del portal número cuatro y tras pegar un salto encima de un coche, se abalanzó contra otro armado con un cuchillo para apuñalarle. Los agentes pudieron retenerlo a tiempo mientras que eran increpados y rodeados por el resto de familiares del clan. Al final, hubo dos detenidos, los hermanos A.H.C y F.H.C, que tras pasar la noche en los calabozos al día siguiente volvieron al barrio en libertad con cargos.

«Estamos preocupados. Inseguros. Ellos ven estos enfrentamientos como algo normal pero nosotros no», lamenta una vecina que lleva ya bastantes años residiendo en Los Milagros. «No darás mi nombre, ¿no?», interrumpe su relato con cierto temor. «A ver, si no te metes con ellos no te pasa nada pero es complicado vivir así...». Se refiere a que se pueda liar en un momento a cinco o seis metros de tu casa. O a que, sin llegar a delinquir, las molestias de ruidos, voces o música a todo trapo en coches tuneados no te deje dormir durante días. «A veces es más un problema de civismo. Están acostumbrado a vivir de esa manera y ya es difícil que puedan cambiar».

«Lo que más tememos es que la situación aquí vaya a peor y nos convirtamos en 'un nuevo José Antonio'».Se refiere a la barriada que terminó muriendo presa del narcotráfico y que ya es un cadáver de edificios quemados, arrumbados y destruidos pendientes de una urgente demolición. Está a unos cien metros y algunos de los que se la cargaron, una vez que lo hicieron, se trasladaron a Los Milagros.

La reyerta sucedida el pasado lunes no era la primera. En 2009 ya hubo otra en la que falleció un hombre de 62 años. Se detuvo como presunto autor a un chico de 21. Pero tampoco esa había sido la primera. Estas dos familias ya se habían enfrentado en 2008, también a tiros.

«El problema además de ellos es lo que traen. Vivimos con cierta normalidad pero lo malo es que empiecen a sentirse impunes y esto al final se convierta en un asqueroso gueto de delincuencia».

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