El alcalde y el Gobierno se echan en cara unos atascos que ya no existen

Los atascos alrededor del nuevo puente, el viaducto Constitución de 1812, se limitaron a las tardes de los pasados jueves y viernes, las dos primeras tras la inauguración. Desde entonces, apenas se producen algunas colas de pocos minutos en algunos semáforos del entorno de las avenidas de Huelva y de Las Cortes durante momentos concretos de cada jornada. A la salida de los centros escolares, sobre las 14 horas, y al anochecer, entre las 20 y las 21 horas. Es discutible que merezcan el nombre de retención. El resto del día, con un paso de turismos y camiones más intenso que antes de la inauguración del pasado jueves, los atascos brillan por su ausencia. Todos los curiosos los buscan y nadie los ve.

Los hechos parecen demostrar que se limitaron a la afluencia de curiosos de las primeras jornadas y habrá que esperar a jornadas festivas o marcadas por algún acontecimiento para volver a ver largas colas de vehículos.

Aún así, Ministerio de Fomento y Ayuntamiento de Cádiz han entrado en un cruce de reproches sobre la responsabilidad del invisible colapso. La ministra Ana Pastor pedía el pasado lunes «colaboración» a los consistorios para regular el tráfico. Ayer, fue el alcalde José María González el que le respondió. Visiblemente molesto dijo que «ni el Gobierno ni ningún dirigente del PP pueden dar lecciones de lealtad institucional para con la ciudadanía» y achacó a la dirección de ADIF, dependiente de Fomento, la tarea pendiente de «acondicionar el tramo de la avenida de Astilleros para ensamblar definitivamente el segundo puente con el trazado urbano de la ciudad». Para responder a la titular de Fomento, el regidor aseguró ayer que el Ayuntamiento está trabajando en todo lo que le compete y «apremia a ADIF a actuar» en el mismo sentido.

De Cádiz a Cataluña

En una entrevista a Onda Cero, González insistió que estuvo el pasado jueves en la inauguración del puente de la Constitución de 1812 en representación de todos los gaditanos, si bien fue «un día raro» porque era consciente de que «el puente no está terminado».

En opinión del alcalde gaditano, el acto se utilizó «como excusa y arma electoral a dos días de unas elecciones como las catalanas», lo que le parece «bastante torticero».