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La víbora es lo que importa

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En el techo de la 2ª planta del Colegio Carlos III, vive una colonia de serpientes autóctonas, la Vipera latastei gaditana, o víbora hocicuda. Desde que fue descubierta en 1993, decenas de generaciones se han ido sucediendo en ese espacio del colegio.

Lo excepcional de esta reserva de ofidios es su localización en un hábitat urbano, y su adaptación a un medio hostil en una especie propia de otros espacios naturales de España. Con los recientes desprendimientos de la planta alta, su guarida quedó expuesta durante unos días. Incluso cayó un huevo al suelo, poniendo en cuestión la continuidad de la especie.

Aunque la existencia de esta familia ha permanecido en secreto, las circunstancias obligan a darla a conocer, para así conseguir entre todos la protección de esta especie andaluza, nuestrísima. Afortunadamente, las autoridades han formado de inmediato una comisión paritaria para la integración en el plan de emergencia de protección de endemismos. La comisión ya ha dado sus primeros frutos. Parece que la hocicuda matriarca ha vuelto a empollar otros huevos, que sustituirán con ventaja a los que pudieran haberse malogrado.

Algunos agoreros han dejado caer: «¿Qué hubiera ocurrido si hubiera caído el techo sobre la cabeza de algún niño?». Hasta donde yo sé, niños siguen quedando por miles. No hay más que pasear por la playa cuando empiecen las vacaciones escolares. Errando el criterio, algunos padres siguen preocupados porque sus hijos corran el riesgo de que el techo pueda caer sobre sus cabezas, pues las administraciones no han liberado un presupuesto para acometer esas obras que exageradamente solicitan como «de urgencia». Además, han comenzado a perder diez minutos de clase cada mañana, con la esperanza de que la actuación ejemplar de las autoridades con la serpiente vuelva a repetirse con los niños.

Como tantas veces en la ciudad, creo que falta visión de futuro. Una de estas víboras podría ser nuestro oso sin madroño, nuestro Copito de Nieve. Podrían llamarla Frasquita, ahora que La Pepa está hibernando. Pero, preocupados por temas banales, los padres ignoran que la víbora es prioritaria. La víbora es lo que importa.