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Triunfadores

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En estas últimas semanas, dos han sido los galardones que han venido a juntarse para reconocer la labor profesional de dos jóvenes asidonenses. Sobre Pablo Jiménez Llamas ha recaído este año el Premio Aguja de Oro, que concede Canal Sur Radio, por su creación del tipo de la comparsa ‘El rey burlón’. El quinto premio Andaluces del Futuro en su modalidad empresarial ha sido otorgado a Alfredo Pérez Guerrero, por su innovadora labor en el asesoramiento de empresas online.

En estos tiempos en los que el desempleo y el desaliento se ceban precisamente en aquellos cuya ilusión y fuerza de trabajo debieran ser fuentes de riqueza para el conjunto de nuestro país y de desarrollo personal para ellos mismos, no deja de ser motivo de alegría, y de esperanza, que jóvenes como estos destaquen aportando no sólo su fecunda energía, sino también su demostrada capacidad creativa para que un rayo de optimismo aparezca entre los densos nubarrones del presente y también por desgracia del futuro.

Constituyen también dos magníficos ejemplos de que no necesariamente están abocados nuestros jóvenes más brillantes a traspasar las fronteras nacionales para encontrar sus posibilidades de progreso profesional y crecimiento humano. Poner al servicio de todos esas capacidades cuyo desarrollo propició la propia sociedad, invirtiendo en su formación desde el primer día que pisaron el colegio hasta que acabaron sus estudios superiores, es la única forma de encontrar el equilibrio económico y espiritual que toda nación moderna necesita.

Sin restar méritos a su valía y esfuerzo, estos dos jóvenes representan por tanto la constatación del éxito del modelo de enseñanza pública. La enseñanza pública es la única posibilidad que tienen los jóvenes de familias trabajadoras y venidos al mundo en pueblos como este de remota geografía, para poder competir con aquellos otros cuyos padres pueden costearle colegios y universidades privados que los proyectan de forma inmediata hacia las más provechosas salidas profesionales.

La escuela pública, vista hoy empresa ruinosa y como presa por quienes quieren finiquitarla para hacer oro con sus despojos, se presenta como el último reducto de garantía para la igualdad de oportunidades que consagra, al menos sobre el papel, nuestra Constitución. Ojalá triunfos como estos abran los ojos y señalen el camino para los que les siguen sus pasos y que sólo cuentan con esta valiosa oportunidad.