Berlusconi, en la sesión parlamentaria en que se debatió el plan de austeridad. :: Gregorio Borgia / AP
crisis en la economía italiana

S&P asesta otro golpe a la credibilidad de Italia

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La agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s (S&P), que evalúa la solvencia de un país, rebajó durante la madrugada de ayer un grado la nota de Italia de ‘A+’ a ‘A’ y añadió una «previsión negativa», con «riesgo razonable» de otro recorte en un año. Es decir, Italia perdería la ‘A’, algo traumático. S&P lo ve tan negro porque no percibe soluciones al empantanamiento político italiano: cree que su problema, que también lo es para Europa, no es tanto económico como político, con una imagen que genera una creciente desconfianza.

«Las perspectivas de crecimiento de Italia se debilitan y creemos que la frágil coalición de Gobierno y las diferencias políticas en el Parlamento seguirán limitando su capacidad de reaccionar de forma decidida», concluye la agencia de calificación estadounidense.

El Ejecutivo es «indeciso a afrontar los problemas», responde «con titubeos» a los mercados y, sobre todo, la madre del cordero de los problemas italianos, la resistencia a cualquier cambio de todos los sectores «bloquea la capacidad de acción del Gobierno».

El problema de credibilidad de Italia se ha agudizado este verano con el penoso espectáculo de un Ejecutivo esquizofrénico que, con la casa en llamas, hacía y deshacía de un día para otro planes de ajuste económico. Italia empezó a sufrir cuando la atención de los mercados, cada vez más asustados, se dirigió no tanto a la gestión de las cuentas de un país como a su deuda. Y así una economía potente que merecía confianza se topó de frente con su monstruosa deuda del 119% del PIB, que nunca ha tomado en serio.

Lo de Berlusconi, claro está, no ha ayudado. Si dimitiera, según el prestigioso economista Nouriel Roubini, la prima de riesgo italiana, que ayer se disparó hasta los 399 puntos, bajaría entre 50 y 100. Desprestigiado a nivel internacional, metido en cinco procesos y más preocupado por sus problemas privados y sexuales, en las escuchas publicadas este mes definía Italia como «un país de mierda» y decía que es primer ministro «en los ratos libres».

Situación desquiciada

Con los últimos escándalos la situación política es cada vez más desquiciada y ayer la oposición pidió en bloque la dimisión del Ejecutivo. La patronal, Confindustria, reaccionó con severidad. «O el Gobierno emprende mañana reformas serias, fuertes e impopulares o debe irse a casa», advirtió su presidenta, Emma Marcegaglia. «Somos un país serio, estamos hartos de ser el hazmerreír internacional cuando salimos al extranjero y nos miran con una sonrisita», tronó. Bastaba ver ayer el ‘Bild’, primer diario de Alemania: «El ‘bunga bunga’ de Berlusconi nos arrastra al abismo».

Los mercados ayer no se alarmaron porque habían descontado hace tiempo el rapapolvo. Aunque esperaban el castigo de Moody’s, que llegará en breve. Berlusconi respondió, como siempre, que la culpa es de la prensa, que falsea la realidad, y dijo que el análisis de S&P está «viciado de consideraciones políticas». La agencia replicó que sus estudios son «apolíticos». El ‘Cavaliere’ también recordó que sus dos planes de ajuste prevén equilibrar el déficit en 2013. Aunque según S&P, al basarse en dos tercios en impuestos, ahogan más la economía. Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se unió al varapalo al afirmar que los ajustes no lograrán su objetivo y rebajó cuatro décimas el crecimiento de Italia en 2011, al 0,6%, y un punto en 2012, al 0,3%.