«La vida no admite puntos y aparte»

En su anterior novela, 'Vacaciones de invierno', Benítez Ariza regalaba a su protagonista una anécdota propia, la de un inocente accidente infantil que le hizo perder un diente cuando era chico. Así nació 'El mellao', con el que repasaba la historia de la España de los 70, cuando los niños jugaban con mádelmans y leían el Pumby. Ahora, cinco años después, el país se sacude «la resaca de la Dictadura» y trata de amoldarse a la recién estrenada democracia. Ese es el trasfondo de 'Vida nueva', la segunda parte de una trilogía sobre la Transición que tiene mucho de autobiográfica y que hoy presenta en la Biblioteca de la mano de 'Letras capitales'.

- 'Vida nueva' sigue la vida del niño que protagonizaba su anterior novela, 'Vacaciones de invierno', ahora un adolescente...

-Sí, el anterior se ubicaba en 1973 y este empieza en la navidad de 1978. Ahora el protagonista tiene 16 años, una edad en la que deambula con sus amigos por las calles de su ciudad. Este escenario cotidiano se mezcla con el ambiente de esa época de la Transición. La política estaba en todas partes, todo el mundo hablaba de política... Había una ebullición ideológica muy clara. Por otro lado, la novela incluye una pequeña trama policial en torno a algunos incidentes no terroristas, pero sí provocados por el ambiente de admiración hacia determinados grupos extremistas.

-¿Qué es lo que mueve al protagonista?

-En la obra se refleja por un lado el desequilibrio y la locura propias de la adolescencia junto a la locura que atraviesa el país, todo ello mezclado en unos incidentes reales. Por otro lado, como adolescente, está el tema amoroso. En la novela hay varias chicas que retratan distintos tipos de mujer. No hay que olvidar la curiosidad propia de esa edad. Los jóvenes leían y además se vanagloriaban de ello. Hablan de libros, algunos más decentes, otros que se pusieron de moda como la arqueología fantástica. También es cuando nos llegan los fenómenos de 'La Guerra de las Galaxias' y 'El Señor de los Anillos'.

-Eso forma parte de ese imaginario sentimental que trata de reflejar en la trilogía.

-Sí, también fue el año en que se estrenó 'Grease', que trajo una moda y una estética a las provincias que se intentaba seguir aunque no hubiera nivel para ello. Así, las cazadoras de cuero se convertían en prendas de plástico negro que se compraban en el mercadillo. Hay que recordar que España aún no estaba en la UE y era un país en vías de desarrollo.

-Cuando presentó 'Vacaciones de invierno' dijo que era un 50% autobiográfico. ¿Y este? ¿Contiene anécdotas de su adolescencia?

-Más o menos cómo el anterior. A partir de todo lo recuperado y documentado, me he sentido con libertad para recrear situaciones, personajes y ambientes. La situación escolar era la mía propia.

-¿Qué haría si tuviera una 'vida nueva'?

-Pues lo mismo que en esta. La vida es un continuo, no admite puntos y aparte. A no ser que fuera otra persona distinta, haría lo mismo. Los errores no te los puede ahorrar nadie. El título del libro hace referencia a las expectativas desmesuradas que tenía la gente por lo que estaba por venir. Pero al final la vida hay que hacérsela día a día, no porque la legislación sea más liberal van a cambiar tanto las cosas. Estos chicos del libro tienen toda la vida por delante y se refleja su incertidumbre, la propia de esa edad.

-También ha publicado este año un poemario, 'Diario de Benaocaz'. ¿Le inspira el pueblo serrano?

-Es un diálogo con el paisaje, que incita a la reflexión. No tiene nada que ver con la novela. Si en esta se produce una inmersión en el pasado, el libro de poemas es una reflexión desde la madurez, producto de los años vividos, la experiencia literarias, las lecturas acumuladas... Bucean en aspectos muy distintos, no parecen escritos por el mismo autor.