Sociedad

CAVERNÍCOLAS DE HOY

CRÍTICO TEATRAL Actualizado: Guardar
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Qué haría usted si su hijo le llega con la boca reventada a palos por un compañero del colegio y tiene que enfrentarse civilizadamente a los padres del niño agresor? Con 11 años, Fernando parte dos dientes a Bruno en una disputa por el simple hecho de haberle llamado 'chivato'. Los padres de los niños implicados se reúnen en casa del convaleciente para acordar los términos en los que se llevará a cabo una supuesta conciliación entre las familias. Cafelito, tarta, flores y un sinfín de detalles prepara la familia del agredido, para recibir a los padres de Fernando.

Con este punto de partida, la situación ya se antoja tensa de por si, y no es para menos. Lo que resulta de esta cita, es que de cada uno de ellos aflorará lo peor. Los cuatro personajes que habitan ésta interesante historia, -los padres de Bruno y de Fernando-, intentarán dar una impresión de amabilidad y comprensión en todo momento para ir deshojándose poco a poco y quedar patéticamente destrozados cada uno. Violencia gratuita y en defensa propia, sarcasmo, burla, intolerancia, humillaciones, conflictos personales y de pareja se desvelan ante el atónito e incrédulo espectador que con su risa exorciza todo tipo de identificación o parentesco con la ficción que está presenciando.

La resolución escénica de este montaje en general es sencilla y sin recursos que potencien la brutalidad de su contenido. Se apuesta claramente por la comedia y se propone un tono casi de vodevil que desafortunadamente hace perder la natural crudeza implícita en el texto. De hecho, muchas de las pausas en escena son forzadas pues apuntan a la risa y no a la tensión dramática. Escenografía e iluminación son de lo más elemental quedándose en una mera ilustración de lo básico para contar la historia. Incluso podríamos decir que la seudo-modernidad del mobiliario no corresponde con las características de quienes dicen habitar la casa.

Aunque las interpretaciones son correctas en general, no encajan muy bien con la veracidad que pide la historia al tratarse de personajes que no se conocen entre si y que durante el desarrollo de la obra, parecen tratarse con absoluta confianza. Quizás ésta falta de lógica sea lo que más afecta al resultado de las actuaciones en las que ellas, -Sánchez-Gijón y Verdú-, acometen el trabajo con mayor fuerza y entrega.