Opinion

Nuestro antitaurino presidente

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Ignorante por no conocer nuestra tan honda cultura taurina. Ignorante por ni siquiera interesarte en conocerla. Cobarde por no declarar a los cuatro vientos tu postura silenciosa de antitaurino. Cobarde por la forma ambigua de tu actitud. Cobarde por no reconocer que ni sabes ni puedes gobernar este país, llevado a la ruina y al desastre más penoso.

Inmoral por no tener moral propia y rechazar nuestra costumbre más señera y culta: los toros. Inmoral por no defender a la democracia, permitiendo que se prohíba el toreo en Cataluña, de mano de una greguería de ruidosa ridiculez.

Traidor por gobernar desde una óptica nada socialista, pues el socialismo poco se refleja en tus obras. Mentiroso por engañar a aquellos que te votaron, otorgándote el don de mentir para distraer la fatídica realidad. Antiespañol por no defender con gallardía lo más español que tenemos. Antiespañol por traicionar al propio animal sagrado: el toro, auténtico perdedor de esta lucha de los antitaurinos como tú.

Vendido, pues por un puñado de votos catalanes eres capaz de vender tu alma al diablo. Ridículo, es lo que haces en cada charla burlona en la Unión Europea.

Ridículo, es como te ven presidentes como el francés, que posee más hombría que tú al declarar que en su país «los toros, ni tocarlos», zanjando de raíz el asunto. Impersonal, pues ninguna personalidad posees, y de todo carisma careces.

Orgulloso, pues no reconoces tu falta de capacidad e inteligencia; tú y los tuyos, esos que nos gobiernan en Andalucía y Jerez; sumidos estamos a vuestro antojo y capricho monetario.

España tiene lo que se merece, lo que tanto votó, y el toreo es reflejo de España. Jamás la política debe ir por delante del arte, menos aún cuando se trata de este presidente, del que, como dije una vez emulando a Cervantes. de cuyo nombre no quiero acordarme.