DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

CAMBIOS

Los periódicos deben adaptarse a la tiranía de la sociedad moderna, haciendo igual que en el Reino Unido, ofreciendo de lunes a viernes pocas páginas y grandes temas La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

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Es evidente que los medios de comunicación atraviesan, no sólo en España sino en todo el mundo, por un periodo de transición que les está llevando a una profunda transformación. El pasado viernes tuve la oportunidad de conversar sobre el presente y el futuro inmediato del sector con varios amigos que me regalaron un muy agradable rato de tertulia. Y hablamos de la radio. De los grandes que ha parido esta ciudad, profesionales de primera línea, algunos de los cuales considerados verdaderas leyendas en el universo audiovisual. Manolo Yélamo, Carlos Vergara, Paco Lobatón, Joaquín López Sáez, Pilar Vergara, Andrés Cañadas, Pedro Rollán, Jaime Cantizano...y otros tantos. Hablamos mucho de la radio, que, en mi opinión, es el medio que menos está padeciendo los cambios. Cuando apareció la televisión, algunos lumbreras pusieron fecha de defunción a la radio; y con la irrupción de Internet, hubo quien pensó que se debilitaría. Pero ahí sigue, no sólo impertérrita ante amenazas y revoluciones tecnológicas, sino capaz de extraer lo mejor de la savia nueva y ponerlo al servicio de una mayor comunicación y un más sólido matrimonio con el oyente. La televisión, por contra, está en medio de este torbellino, en el ojo del huracán, especialmente en España, donde salvo la aparición hace 20 años de las cadenas privadas, poco más había sucedido de interés en las entrañas de la pequeña pantalla. Sin embargo, estamos asistiendo ahora a fenómenos como la TDT, la televisión a la carta y las temáticas que vienen a democratizar la relación entre el espectador y las cadenas. Podremos, de hecho ya podemos, fabricarnos nuestro propio menú televisivo, sin atender a la dictadura de una parrilla impuesta desde algún despacho, con la libertad de ver un telediario, disfrutar de un programa o poner una película a la hora que nos de la gana. Son nuevas formas de consumir televisión que van a más, e intuyo que a la tele en España en el plazo de cuatro o cinco años no la conocerá ni la madre que la parió. ¿Y qué pasa con la prensa? El papel es, sin lugar a dudas, el soporte que más complicaciones está encontrando a la hora de adaptarse a los nuevos tiempos.

Las estadísticas son demoledoras y arrojan una estrepitosa caída en la venta de periódicos en todo el planeta, al mismo tiempo que crecen exponencialmente los usuarios únicos de las ediciones digitales de esos mismos periódicos. No creo que el formato de papel -como ya han pronosticado algunos expertos en Estados Unidos- vaya a desaparecer por completo. Lo que sí es obvio es que tiene que evolucionar; está evolucionando, diría yo. Los periódicos también deben adaptarse a las tiranías de la sociedad moderna, a la falta de tiempo, a la saturación de información. Pasará lo que ya se está haciendo en lugares como el Reino Unido, la prensa de lunes a viernes será fast press, como la comida rápida. Usar y tirar. Pocas páginas, grandes temas y análisis certeros. El fin de semana es cuando podremos disfrutar de periódicos bien pertrechados de todo tipo de informaciones y entretenimiento. Ésa es la fórmula para mantener vivo el papel, y, prepárense por otro lado para empezar a pagar dentro de poco y de una manera habitual por consumir periódicos digitales. Las empresas no pueden seguir permitiéndose esta sangría de lectores de prensa escrita cuando además la publicidad en internet está a unos precios irrisorios comparados con el papel.

Todo esto es sólo una visión muy somera de la mutación que están protagonizando los medios de comunicación hoy en día. Afortunadamente, lo que sigue habiendo son buenos profesionales, hombres y mujeres entregados a este oficio del periodismo, tan denostado, manoseado, muchas veces ultrajado; pero adictivo, ilusionante, sorprendente y lleno de vida.

Enamorados de los medios como mi amigo Modesto Barragán, quien ha emprendido un nuevo rumbo profesional en Sevilla, quien estoy seguro que volverá a demostrar su talento, entrega y visión privilegiada en el mundo de la radio y la televisión. Un profesional de valía y capacidad indiscutible que hace palpable aquello de que un buen periodista ante todo debe ser buena persona. Gracias por todo, Houston.