Sociedad

EXTRAÑA NOCHE

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Extraña noche la del Beverly Hilton, con su alfombra roja plagada de 'tailleurs' y pedrería, como paradoja lujosa y lluviosa frente al drama humanitario de Haití. La NBC y los mensajes solidarios de las 'celebrities' obraron el milagro de las subastas de vestidos y las donaciones a golpe de lazo, belleza y pasarela. Una pasarela de colores extraños, sí, tal vez por culpa de una lluvia que destrozó con los paraguas de imposible cromatismo golfista la apuesta de los estilistas por los 'peep toes' y los colores tenues.

La lucha estética se planteó entre los vestidos cortos y largos, como pugna de la contención desinhibida en una gala de mesas redondas y champán. Entre las diosas del recorte milimétrico destacó Julia Roberts, con un vestido ceñido a la cintura, obra de Saint Laurent. Lo mejor fue el Armani negro de Penélope Cruz, entallado en las piernas y con un poco de cola, perfecto con su pelo oscuro y su paraguas también negro. Correcta Julianne Moore y su palabra de honor negro de Balenciaga, desfilando con Tom Ford como 'chevalier servant'.

Lo mismo que Marion Cotillard con su asimétrico de Dior que se abría en la pierna, enseñando el chantilly. Bien el Roberto Cavalli de Heidi Klum, con su medio capa de estilo romántico. Poco se puede decir en cambio de Nicole Kidman y el aburrido clasicismo de su Nina Ricci, salvo el pastiche de su voluminoso lazo lateral. Una pena el morado dantesco que afeaba el Bottega Veneta de Sandra Bullock. Con todo, el horror estético lo pusieron Gabby Sidibe y un enorme Kevan Hall de color rana; el 'todo carnal' de Kaufman Franco que vestía Halle Berry, y, por supuesto, el siempre estrafalario Mickey Rourke, vestido a medias entre Angel Cristo y Roy Rogers.