Editorial

Temblorde muerte

La comunidad internacional debe volcarse en Haití más allá del socorro humanitario

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La espantosa muerte que decenas de miles de personas han hallado en Haití a causa del terremoto y la devastación provocada en la capital, Puerto Príncipe, vuelven a confirmar que las catástrofes naturales se ceban sobre las poblaciones más desvalidas del planeta. Un país que venía funcionando cogido por los alfileres de la ayuda internacional, desde la cobertura humanitaria al desarrollo económico y a la propia seguridad interna, ha visto cómo las endebles bases sobre las que parecía comenzar a ponerse en pie se han venido abajo. Es inimaginable cómo una sociedad puede llegar a serlo tras una interminable sucesión de injusticias dictatoriales, de asesinatos sistemáticos a manos del poder corrupto, de tensiones guerracivilistas, de pobreza extrema y de destrucción prolongada de sus recursos naturales. A Haití sólo le faltaba la muerte en masa de tanta gente por un seísmo para volverse a sumir en el fatalismo y la desesperación. Una situación que obliga a la comunidad internacional a redoblar sus esfuerzos no sólo para socorrer a los heridos y atender las necesidades más urgentes de los otros cientos de miles de personas que viven hacinadas en la capital. Porque no bastaría tal ayuda si esa misma comunidad internacional continúa manteniendo los mínimos de existencia del país sin más, tratando de que sus divisiones internas no estallen en brotes de violencia y procurando la nutrición y la asistencia sanitaria básica para una población que se ve empujada a la indolencia. Es cierto que la limitada extensión del territorio haitiano encierra una realidad social de tensiones, creencias, temores e indisposiciones tan compleja y difícil que no resulta sencillo pensar cómo podría establecerse en aquel país un régimen de libertades estable que procurase la paulatina prosperidad de sus habitantes. Aunque la crisis humanitaria de un terremoto de esta magnitud, imprevisible y brutal, no sea la consecuencia de las calamitosas circunstancias en las que ha venido arrastrándose Haití, es evidente que éstas han contribuido a que el temblor haya tenido efectos catastróficos. Si la comunidad internacional necesitaba un mandato imperioso para volcarse en la recuperación de Haití para una vida libre y digna, lo acaba de recibir en forma de miles y miles de pobres muertos.