Cartas

Adiós a Éric Rohmer

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En lo más crudo del crudo invierno se ha marchado el abuelo. Nos ha dejado muchos cuentos que algún día contaremos y dejaremos que de nuevo nos cuente. En medio de un espeso manto blanco se apagó su brillantísima luz. Una forma de contar historias que nada tiene que ver con la insoportable levedad del talento joven que edita, copia y pega metros y metros de celuloide sin buscar la autenticidad. Salvo excepciones, por supuesto. Se marcha aquél en cuya zona de la Fnac quedamos aquella tarde de invierno, el primero de todos los que nos quedan. En ese lugar donde esperaban sus obras minoritarias con un precio muy inferior a su incalculable valor. Unas estaciones que te hacían viajar a tu interior con un billete de ida, pero sin vuelta. Se fue como tantos otros... a la impresentable edad de 89 años de nada... cuando en realidad hay personas que crees a pies juntillas que deberían vivir siempre. Gracias por compartir con todos nosotros su sencilla mirada, señor Éric Rohmer.