Victoria Beckham, ligera de ropa para la campaña de Giorgio Armani.
Gente

Sus truquitos anti-crisis

Victoria Beckham gasta 350.000 euros en una sola jornada de compras por Milán. «Así ayudo a la economía», dice

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ay si los Beckham vivieran todavía en Madrid... ¡otra crisis nos cantaría! Victoria se ha tomado en serio eso de que hay que reactivar la economía -la economía mundial, que ella es una mujer ambiciosa- y está dejando la billetera temblando. Acaba de fundirse 350.000 euros en una sola aunque maratoniana jornada de compras por Milán. Pero ojo, que no es vicio ni derroche. Para ella es lo más parecido a una causa benéfica. «Así ayudo a la economía», se excusa la ex Spice pija. Acostumbrada como está a 'desvalijar' los escaparates de las tiendas y boutiques más exclusivas que se le ponen a tiro, en la ciudad italiana se siente feliz. «Comprar es como una droga. Cuanto más tienes, más quieres y cuando estoy en Milán no sé cómo resistirme». Como no le falta efectivo, no tuvo ni siquiera que hacer el amago de resistirse y Victoria se entregó a una placentera tarde de compras en la que se gastó lo que un mileurista tardaría casi 30 años en ganar currando las reglamentarias ocho horas. Visto así dan ganas de echarse a llorar -si usted es el 'mileurista', claro-, pero hay que ir más allá de los ceros. Porque Victoria además de mucho dinero tiene conciencia, y ella saca alegremente la tarjeta de crédito a pasear sólo para que vuelva a funcionar el engranaje que ha parado en seco la maldita crisis.

La mujer de Beckham estaba antojadiza esa tarde y se gastó 278.000 euros en un reloj Rolex, también aprovechó para renovar calzado y se hizo con veinte pares de zapatos de Dolce & Gabbana y con una docena de gafas de sol de Versace, que ella usa haga sol o llueva. «Los artículos de esas tiendas maravillosas están diciendo: 'ven y cómprame, ven y cómprame'», se justifica. Y no será la única tarde gloriosa que les proporcione a las dependientas milanesas, que ya se deben estar frotando las manos y poniendo a punto la registradora pensando en la próxima visita de su clienta más exclusiva, ésa que puede hacer con solo ordenarlo que esta tienda o la otra cierren para ella solita. Eso ocurre en Milán, donde Victoria para temporalmente, mientras su marido milita en el AC Milán. Aquí, entre compra y compra trata de superar el terrible pasado en Madrid, ese sitio donde «huele a ajo» y cuesta encontrar relojes tan caros.