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Año cero

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El año que se nos viene tiene terminación en cero, para dejar bien claro que en el sector de la televisión vamos a vivir un nuevo comienzo, definido fundamentalmente por la muerte del analógico y la puesta en marcha definitiva del sistema digital terrestre. Año digital nuevo, o casi, porque la TDT ya estaba en marcha. El prólogo ha sido poco esperanzador. Más canales, pero menos calidad en contenidos. Año nuevo para la televisión pública estatal, o casi, porque la reforma legal ya estaba hecha y sólo vimos hasta la fecha más de lo mismo. En este caso, el cero significa de novedad que habrá un nulo ingreso publicitario. Ahora es cuando a TVE le toca reinventarse tras varias décadas de mera televisión comercial. Por fin tendrá que encarar un nuevo concepto de producción y de programación, en el que debe imperar la calidad con producciones que han de marcar un nivel tanto en el mercado interior como en el internacional. La gran duda es si contará con el dinero necesario para hacer buena televisión sin corsés publicitarios. La deriva consumista y populachera en la que entró la pública en los 90 debe pararse definitivamente. Necesita un giro copernicano en sus objetivos o, de lo contrario, sentir la losa de que está al comienzo del fin de su actividad, como muchos temen. También es año cero, o casi, para el canal Cultural.es de TVE, que ya ha presentado sus credenciales en red y satélite con un notable alto, pero que necesita más visibilidad y dinero. ¿Será la verdadera alternativa a la otra pública que fallece? Año cero, o casi, para los nuevos conglomerados televisivos, que no hacen más que volver al estadio previo de dos grandes cadenas compitiendo por quedarse el mercado. Sexta y Cuatro suman diez como el año nuevo. Sus gestores optimistas pensarán que las bodas alivian el sufrimiento de las desastrosas cuentas de resultados, y que se hacen accionistas de imperios mayores. Los pesimistas sentirán que su sueño de ser independientes se ha esfumado. La visión del año nuevo es, pues, como la de la botella, medio vacía o medio llena. Los optimistas lo verán como un año diez, de sobresaliente. Y los otros, como un año cero en el que puede anidar la nada.