Editorial

Aterrizaje forzoso

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El hundimiento de Air Comet, después de meses de arrastrar problemas financieros, dilación en el pago a proveedores y carencias hasta de combustible, ha sido previsible a la luz de la crisis de demanda en el sector aéreo mundial y las dificultades acumuladas por la compañía de la que es copropietario Gerardo Díaz Ferrán, presidente a su vez de la patronal CEOE. El colapso fulminante de las operaciones, con cientos de viajeros desesperados en las terminales en plenas vacaciones de Navidad, evidencia una cadena de errores de gestión en los responsables de la aerolínea; al tiempo que también falta de previsión en la vigilancia por parte de Fomento. La intervención de un juez inglés paralizando la actividad de la empresa cuando su insolvencia era ya fehaciente ha precipitado los acontecimientos y desconcertado a quienes tenían la obligación de haber preparado con antelación un cierre ordenado y progresivo, que hubiese evitado un final tan traumático para los pasajeros afectados y los 700 trabajadores. Ocurrido lo irremediable, los dueños de la aerolínea habrán de hacer frente a las acciones legales que Fomento y los usuarios han de interponer en defensa de sus derechos y para depurar las graves responsabilidades mercantiles que apunta la gestión de Air Comet.