Bullock no puede penetrar ante la defensa vitoriana. :: EFE
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Pablo Prigioni se desquicia en su regreso a Vitoria

Segunda derrota en liga del Real Madrid, que pagó ante el Caja Laboral su desgaste en Europa y terminó extenuado El base fue silbado por su antigua afición, que disfrutó con el triunfo local

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La cara y la cruz. Esta semana, el Real Madrid mostró su mejor versión al ganar con solvencia y claridad en cancha del Panathinaikos. Ayer, los merengues cayeron ante un Caja Laboral sublime que se 'merendó' a los blancos y que no quiere despegarse de los puestos de cabeza. Por su parte, el conjunto de Messina encaja su segunda derrota en la competición doméstica y hoy podría ser superado por el Regal Barcelona, que recibe en su casa al colista CB Murcia.

El choque en el Buesa Arena tenía su morbo. Regresaba Prigioni, uno de los estandartes del antiguo Tau. El argentino fue silbado durante todo el encuentro y no supo sobreponerse a la presión. Terminó desquiciado y no lideró a su equipo hacia la victoria, quedando muy por debajo de los 70 puntos.

Los vitorianos salieron más concentrados a la cancha, dispuestos a meterle más intensidad al duelo y desarbolar así a un equipo que llegó muy fatigado tras el esfuerzo de la Euroliga. Los primeros silbidos de la hinchada aparecieron cuando su anterior ídolo Prigioni tocó el balón. Mientras, Messina tenía que pedir tiempo muerto porque el Caja Laboral se ponía 16-8 en el marcador.

En su papel, Tiago Splitter hacía mucho daño en los primeros compases del encuentro, y sólo Felipe Reyes podía paliar tal destrozo. Velickovic, que empezó de 3, no era capaz de frenar el empuje del Caja Laboral.

El conjunto vasco contaba con más fuerza, se le notaba más fresco, Prigioni no se encontraba cómodo y ni quiera la salida de Vidal, (que sí consiguió arrancar algunos aplausos), pudo dar la vuelta a lo que acontecía.

Vuelta a empezar

El Baskonia continuaba sumando puntos y aumentando su diferencia con el Real Madrid. Ese segundo cuarto no variaba el panorama, y Splitter seguía gustándose ante la incredulidad blanca.

Un parcial de 0-8 antes del descanso maquilló un poco el resultado e impedía que el partido estuviera sentenciado en su ecuador.

Sólo fue un espejismo. En la reanudación, los vitorianos volvieron a subir una marcha, aumentaron su intensidad, y con una gran defensa dejaron a su rival cinco minutos sin anotar. La sangría era inevitable. El Caja Laboral se ponía 20 puntos arriba.

El conjunto blanco no carburaba. Mientras, el local se mantenía firme, ahora con un buen porcentaje desde la línea de tres. No existió reacción porque el Real Madrid ya estaba destrozado físicamente. Y sólo se salvó el orgullo de Garbajosa, que pudo limar algunas diferencias a final de choque.