La tradición del abeto del Rockefeller Center se remonta a 1933. :: PETER FOLEY/EFE
Sociedad

Una Navidad con menos árboles

La saturación de espumillón y la competencia de plástico recortan las ventas entre un 20 y un 30%

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El abeto de Navidad languidece. La tradición de adornar la casa con un árbol natural repleto de luces y colgantes está en franco retroceso. Los principales cultivadores del mercado español calculan que sus ventas para esta campaña se han recortado entre un 20 y un 30%. Unos lo atribuyen al avance de la competencia del plástico; otros, al hartazgo de tanto espumillón. En lo que todos coinciden es en denostar el discurso que equipara la adquisición del pino que te pone la moqueta perdida con la agresión al medio ambiente: «Es igual que una rosa, una planta cultivada expresamente para desempeñar una función ornamental».

La tradición procede de los países escandinavos, pero arraigó con fuerza en la España desarrollista de mediados del siglo pasado. Fueron los vascos y los catalanes los que realizaron los primeros cultivos. La humedad y las frescas temperaturas del norte peninsular pronto se revelaron como formidables aliados y las cosechas iniciales resultaron un éxito. Roberto Garitaonaindía, que heredó el negocio de su padre, aún recuerda el trajín que se vivía en los meses previos a Navidad. «Cada semana se despachaban camiones enteros», cuenta desde su vivero de Zaldibar, en Vizcaya.

El árbol de Navidad tuvo su época de esplendor aunque las cifras nunca se aproximaron a las del norte de Europa. «En España se habrán vendido en los mejores años millón y medio de árboles cuando en Inglaterra se mueven todas las navidades más de treinta millones», explica Josep Claraso, de Viveros Tortades, en la localidad gerundense de Vic. En Cataluña, donde se concentran los principales viveristas, hay incluso una asociación de cultivadores. Claraso, que es su vicepresidente, explica que los abetos catalanes deben cumplir unos mínimos requisitos de talla y calidad.

Tanto Garitaonaindia como Claraso confirman la tendencia a la baja del negocio. Para el primero, el declive del pino navideño no sólo tiene que ver con la irrupción en el mercado de los artificiales. «Cuando el negocio empezó a ir bien hubo mucha gente que se puso a cultivar árboles por su cuenta y los precios se derrumbaron». El viverista vizcaíno empezó a orientar sus cultivos hacia otras especies. «No hemos tenido más remedio porque el descenso ha sido espectacular: de los 40.000 que vendíamos hace cinco años hemos pasado a sacar unos 12.000».

El principal mercado de los abetos cultivados en suelo vasco es Andalucía, aunque también se vende a Portugal y Madrid. Los precios en tienda oscilan entre los 15 y los 30 euros. Y aquí el tamaño tampoco importa. Los más cotizados no son los más altos sino los mejor formados.

Con cepellón

Los viveristas creen que el declive del árbol navideño natural tiene también algo que ver con lo que se cuece en Copenhague. «Hay quien se atreve a decir que el abeto de plástico es más ecológico que el natural cuando todos sabemos dónde y en qué condiciones se fabrican esos productos. El árbol es 100% ecológico porque se recicla en su totalidad cuando se saca de casa y además contribuye a que un sector de la población pueda seguir viviendo en el campo para cuidarlo», ilustra Claraso.

Más pegas. En contra de lo que ocurre en el resto de Europa, en España se vende el abeto con cepellón (con raíces) para que pueda ser replantado. Es una práctica que encarece el cultivo y que no garantiza la supervivencia de la planta, ya que suele sufrir por las altas temperaturas de las calefacciones. «Es muy difícil que un árbol que haya pasado un mes dentro de un hogar vuelva a arraigar pero la gente no los quiere sin raíces y nos tenemos que acomodar», admite Claraso.