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Por un puñado de fotos

¿Cuántas cumbres, megacumbres y minicumbres puede llevar este año un líder mediano?

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Aestas alturas de la película, quizá debamos contar (y contarnos) la verdad: nuestros grandes líderes, ya sea planetarios o nacionales, no sirven para nada. Bueno, afirmación tan contundente quizá necesita un par de matices. Por tanto, maticemos: nuestros grandes líderes no sirven para nada. por sí solos. O matizando todavía más: nuestros grandes líderes no sirven para nada por sí solos. salvo para posar en las grandes fotos.

Quizá por eso buscan con ahínco tantas oportunidades de hacérselas. Tantas que, si les lleváramos la cuenta, nos asombraríamos. ¿Cuántas cumbres, megacumbres y minicumbres puede llevar en este año 2009 un líder mediano, pongamos el jefe del gobierno de un país europeo de segundo orden, verbigracia el nuestro? De las planetarias, continentales, intercontinentales y regionales, no menos de una docena. Si les sumamos las bilaterales y nacionales, hasta la de este pasado lunes, la cifra se dispara. ¿Y todo ese trajín, a fin de cuentas, para qué?

Tomemos los dos ejemplos más frescos: la Conferencia de Presidentes española y la todavía en curso de Copenhague para tratar de llegar a un acuerdo contra el cambio climático. Se ha dicho que a la primera llegaron los líderes sin mucho trabajo preparatorio. ¿Y qué han logrado cerrar ellos por sí solos? Absolutamente nada. Vagos compromisos, que ahora tendrán que retomar segundones y adláteres diversos, sin que nos quepa abrigar muchas esperanzas de que al final den algún fruto. En cuanto a Copenhague, empieza a cundir el pánico. Porque los fontaneros y zapadores enviados en avanzadilla no logran por el momento acercar posiciones, se aproxima la fecha en que llegarán los mandamases planetarios y empieza a temerse que para entonces la tarea siga pendiente. ¿Cabe esperar que entonces ellos se remanguen y dejen encarrilado el futuro del mundo? ¿Quién se apuesta a eso la paga de Navidad?

Leen discursos (algunos muy bien, como Obama; los demás, quedan bastante por debajo), recitan declaraciones solemnes, replican a la oposición y en algún caso desdichado, como el de Silvio Berlusconi, reciben en la cara 'proyectiles-souvenir'. Abren todos los telediarios, se hacen muñecos y caricaturas con ellos, los nombran hombres y mujeres del año, o villanos del siglo, cuando caen en desgracia. Pero al final, en los momentos decisivos, para la Historia, que decían los antiguos, ¿qué nos dejan?

Tan sólo eso, un puñado de fotos. Que envejecen antes de que se seque la tinta con la que se imprimen los periódicos, o de que fluya por la red el primer electrón que transmite su versión digital. Porque poco después viene otra cumbre, más discursos, más nada. Y los problemas siguen esperando al operario que aprieta las tuercas. A ése que nunca sale ni saldrá en la foto.