CRÍTICA

'DÍAS DIFÍCILES'

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Un hombre y una mujer en soledad ante una encrucijada, ante un futuro incierto pero prometedor. Sandra y Luis, fortuitamente harán despegar sus vidas juntos sin apenas conocerse. Todo comienza en la sala de espera de un aeropuerto. Ambos están a punto de arrancar una nueva etapa. Ella, ex funcionaria, apuesta por el riesgo absoluto y decide comenzar deambulando por las calles de Nueva York sin rumbo fijo. Él, un triunfador en el mundo de las relaciones públicas, se traslada a la ciudad de los rascacielos para continuar con su brillante carrera. Un simple trago, un simple gesto de brindis antes de embarcar en el avión que van a compartir, dará un vuelco definitivo a sus vidas y marcará de forma dramática su recién nacida relación de pareja. De este modo, el camino que se preveía en soledad, les une y les lleva a compartir una vida matrimonial aparentemente feliz. Siempre con copas y botellas de por medio, la pareja va consumiéndose sin advertirlo siquiera. Sus voluntades se ven mermadas quedando a merced del alcohol. Paulatinamente se olvidan de todo: de las promesas, de la relación, del trabajo, de su único hijo y de todo aquello que les hacía vivir.

Basada originalmente en un guión para televisión, ésta obra es adaptada por David Serrano para la escena española sin traicionar la esencia de un drama contemporáneo en el que ambos protagonistas sufren importantes cambios en su desarrollo dramático. Es un reto y una oportunidad de lucimiento para cualquier pareja de intérpretes. Las situaciones en las que se ven inmersos los personajes son interesantes en todo momento y ganan en profundidad conforme avanza la obra. Miedos, carencias, inseguridades, evasiones e incomunicación, dan soporte a este drama cuyo resultado es bueno aunque termina quedándose por debajo de sus propias posibilidades, pues las peripecias que sufre la pareja, -desde la felicidad más rosa, hasta la autodestrucción y soledad más oscuras-, no están del todo reflejadas con la baja intensidad de las interpretaciones. Lo que sucede en escena es grave, conmovedor y cruento; pero no del todo bien encarnado por los actores. Hay que destacar la sorpresa que produce ver a dos famosos entregados en escena, -cosa poco común cuando se trata de artistas mediáticos-. Es Carmelo Gómez quien mejor se acerca al tono de la obra logrando incluso escenas potentes y creíbles, concretamente su monólogo central es pulcro y conecta muy bien con el espectador.

Una simple gasa sirve para diferenciar los espacios interiores de los exteriores. La iluminación y el decorado son elementales. La selección musical es poco atractiva y en general el montaje demasiado frío para lo turbulento de la relación que se nos quiere mostrar. Pese a esto, la función consigue acercarnos a este particular infierno intrafamiliar de dos seres que se aman pero que se destruyen y que viven días difíciles entre vino y flores.