ESPAÑA

Haidar desconfía de Zapatero y espera que Obama haga 'ceder' a Marruecos

«Regresaré a El Aaiún viva o muerta, con pasaporte o sin pasaporte, pero con dignidad», afirma la activista saharaui

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Demacrada, pero con la «moral muy alta». Así se presentó ayer Aminatu Haidar ante medio centenar de periodistas para reclamar, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, que se le conceda un principio básico: reencontrase con sus hijos en El Aaiún. Su determinación, que no logra menguar ni la debilidad propia de 25 días en huelga de hambre, quedó constatada en su respuesta a la pregunta de cómo quiere volver: «Viva o muerta, con pasaporte o sin pasaporte, pero con dignidad».

Un arrojo que abunda en el temor que albergan los que la rodean: su decisión de llegar hasta el final en su reivindicación. De hecho, Aminatu Haidar ha redactado un testamento vital. «Cuando llegue el momento, todos sabrán su contenido», anunció.

Haidar tiene ya pocas esperanzas en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, al que reprocha su indolencia a la hora de negociar con Marruecos. Sus ilusiones para regresar a El Aaiún las deposita ahora en una intermediación del presidente estadounidense, Barack Obama, y la presión de la comunidad internacional. Armas que, a su juicio, pueden lograr que Rabat «ceda».

La posible intervención de Estados Unidos es un tema delicado que se lleva con sigilo en el entorno de Haidar, consciente de que la intervención de Obama puede poner fin a la crisis.

Aminatu Haidar resiste en su peculiar limbo legal del aeropuerto de Lanzarote. No tiene de pasaporte desde que, el pasado 14 de noviembre, se lo requisaran las autoridades marroquíes. Desde entonces permanece en España, y lo hace «retenida ilegalmente», de lo que responsabiliza directamente al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero.

Duerme sobre colchonetas y alfombras que cubren el suelo de las precarias instalaciones que le han cedido, junto a la terminal de autobuses del aeropuerto. Una ubicación que provoca situaciones esperpénticas. Ayer, mientras Aminatu Haidar intentaba hacer oír su voz, grupos de turistas arrastraban carros repletos de maletas. Ninguno se detuvo, pese a lo peculiar de la escena: una nube de cámaras y fotógrafos rodeando a una mujer menuda vestida de forma muy exótica.

La mujer se ha visto en situaciones mucho peores. Pasó cuatro años en las crudas cárceles marroquíes y, además, ésta es su segunda huelga de hambre. La angustia que le provoca a la activista estar alejada de los suyos le evoca el recuerdo de las miles de familias saharauis, «separadas desde hace más de 35 años por un muro de más de 2.600 kilómetros».

Aminatu Haidar, a preguntas de los periodistas congregados, negó ser un «peón» del Frente Polisario, formación a la que sí otorga la representación del pueblo saharaui. Por el contrario, enfatizó su vocación de defensora de los derechos humanos, «en una zona ocupada por los marroquíes».

Batallas

Pese a su debilidad, la activista es consciente de que aún le quedan muchas batallas por librar. Por ejemplo, la previsible decisión judicial de alimentarla contra su voluntad, una vez que los forenses constaten que su vida corre peligro a causa de un ayuno tan prolongado. Una decisión de este calado, de difícil encaje jurídico según los abogados de la activista, sería un duro golpe para las aspiraciones de Haidar. Ella no entiende cómo se puede plantear violar su voluntad, expresada «libremente y en plenas facultades». «En estos días ya no entiendo nada, no hay derechos humanos», abundó.

La fatiga le obliga a ralentizar sus movimientos y a escatimar esfuerzos. La actriz Lola Dueñas, miembro de la Plataforma en Apoyo a Aminatu Haidar, le 'prestó' ayer su voz y leyó una carta que la activista quería hacer pública en el Día Internacional de los Derechos Humanos. La misiva fue una mezcla de reivindicaciones. Las suyas, como madre que quiere reencontrarse con sus hijos, y las de los saharauis.