:: TEXTO: JULIÁN MÉNDEZ :: FOTOGRAFÍA: WILLIAM WEST/AFP
Sociedad

Rápidos para ir a ninguna parte

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Les llaman pingüinos Gentoo y los biólogos dicen que son más rápidos que aquel extremo del Madrid al que bautizaron como 'la galerna del Cantábrico'. Los pingüinos Gentoo son capaces de alcanzar 36 kilómetros por hora buceando en el agua aunque, sobre la banquisa antártica donde viven de suyo, comparten los andares torpes y ese aire patoso común a los de su especie. Los de la foto viven en el Acuario de Melbourne. Sus cuidadores han tratado de reproducir en el estanque gigante las condiciones de vida que les ofrece la Naturaleza: agua a 7º, una atmósfera artificial que reproduce hasta las condiciones de luz del continente helado; los largos días del verano austral, los depresivos y mortecinos otoños de sombras y brumas...

Todo para que se sientan como si estuvieran en casa. Pero no es así.

La foto, siempre hermosa, ha congelado la veloz carrera de los pingüinos Gentoo. Sin embargo, la instantánea no muestra el muro de hormigón frente al que se estrella la ilusión de estas aves, condenadas a repetir, una y otra vez, el aburrido carrusel del encierro acuático.

Tiene tantos puntos de puntuación pingüino que Ramón Gómez de la Serna dijo que se trata de una palabra atacada por las moscas. Moscas de tedio y de encierro para los pingüinos Gentoo atrapados en un tanque de 100.000 litros con su ración de tieso pescado asegurado cada día. Aunque sean pájaros bobos no se merecen esto.