:: TEXTO: CARLOS BENITO :: FOTOGRAFÍA: DENIS SINYAKOV/REUTERS
Sociedad

Pasión por el vampiro

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Los vampiros de verdad no se parecen nada a los de 'Crepúsculo'. Olvídense de peinados a la última, de cuerpos atractivos y de miradas febriles: el auténtico chupasangre es el bicho negro de la foto, la asquerosilla sanguijuela de toda la vida, viscosa y tragona. Pero parece que, al igual que sus primos lejanos del cine y la literatura, también estas criaturas se han puesto de moda: los médicos de antaño, impotentes ante tantos males, solían sangrar a sus pacientes para equilibrar los humores de su organismo, en una práctica que ha resurgido en tiempos recientes con fines terapéuticos -dicen, por ejemplo, que las sanguijuelas segregan una sustancia que calma el dolor- y estéticos. Ya habrán leído por ahí que la actriz Demi Moore las usa como tratamiento de belleza y de desintoxicación.

La chica de la imagen no es Demi, y no creemos que el cosmético rubor de sus mejillas se pueda achacar al anélido -por fortuna, inapetente- que se pasea por su cara. Ella es una trabajadora del Centro Internacional de Sanguijuelas Medicinales de Udelnaya, en Rusia, la mayor granja del mundo dedicada a la cría de esta especie. Se fundó en 1937, produce cada año tres millones de ejemplares y da mucho más repelús que cualquier película de monstruos: imaginen metros y metros de estanterías repletas de botes de cristal que contienen sanguijuelas alimentadas con sangre de vaca. La empresa exporta buena parte de sus animales e incluso fabrica con ellos champús y cremas... ¡A lo mejor ese es el secreto de belleza de los guapísimos vampiros de mentira!