La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, durante una comparecencia en el Senado de la comisión mixta para la Unión Europea el pasado jueves. :: EFE
ESPAÑA

Una independiente sin conexión

Los socialistas recelan de la última apuesta de Zapatero por las fallidas experiencias con ministros no afiliados Ángeles González-Sinde La ministra de Cultura vive sus momentos más difíciles por sus problemas con los internautas, con el mundo del cine y por la falta de apoyos en el PSOE

MADRID. Actualizado: Guardar
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Los socialistas, sobre todo los que se creen depositarios de las esencias del partido, nunca han sido unos entusiastas de los independientes en los gobiernos del PSOE. Recuerdan las fallidas experiencias del escritor Jorge Semprún o del juez Baltasar Garzón en los equipos de Felipe González. Pero sin hacer ejercicios de memoria se remiten a los casos más recientes, Mariano Fernández Bermejo, César Antonio Molina o María Jesús San Segundo, todos ellos ministros con José Luis Rodríguez Zapatero y cuyos pasos por el Ejecutivo han dejado huellas imperceptibles y, en todo caso, poco festejables. Ángeles González-Sinde, titular de Cultura, lleva el mismo camino.

Un miembro de la dirección del grupo socialista comentó nada más conocerse su nombramiento que era algo así como colocar la zorra a cuidar las gallinas. Del mismo modo que es impensable situar a un representante empresarial o un dirigente sindical al frente del Ministerio de Trabajo por sus evidentes intereses de parte, colocar a una notoria representante del mundo del cine, nada menos que la presidenta de la Academia del ramo, en la cartera de Cultura era incurrir en ese mismo error de juicio, en opinión de no pocos dirigentes del PSOE. Parece que el tiempo se ha encargado de darles la razón. Tras su iniciativa de posibilitar el bloqueo de páginas web que faciliten descargas no autorizadas, muchos han visto ahí un gesto gremial para preservar los intereses del mundo del celuloide.

La ambigua descalificación de sus planes por parte de Zapatero y el tibio espaldarazo a los mismos de María Teresa Fernández de la Vega no han supuesto un paliativo suficiente para el disgusto de González-Sinde, a la que nadie del Gobierno alertó de los riesgos de su propuesta antes de que el jefe del Ejecutivo la hiciese pública este miércoles en el Congreso. Desde su entorno se asegura que la ministra no se plantea la dimisión, pero sí que la ha sopesado, porque el jueves, en mitad de la tormenta, sintió que sus compañeros en el Consejo de Ministros, y su jefe, le dejaban a los pies de los caballos.

Su paso por el Ministerio no se distingue por la producción legislativa, y las dos iniciativas de más peso, el cine e Internet, han desatado pasiones contrarias en los sectores afectados sin que haya encontrado el aliento político de un partido para sostenerlas. Los 'suyos' son otros. Su nombramiento, el pasado mes de abril, fue recibido con alborozo por las gentes del cine. Acreditaba en su currículo un máster de guión cinematográfico en la Universidad Autónoma de Madrid, perfeccionó sus estudios en el American Film Institute de Los Ángeles, fue guionista de numerosas series de televisión, como 'Truhanes' o 'La casa de los líos', así como de una docena de películas, entre ellas 'La buena estrella', de Ricardo Franco, por la que consiguió un Goya. Su último guión fue para 'Mentiras y gordas'.

González-Sinde sustituyó a César Antonio Molina, un ministro que, según algunos sectores, no sintonizaba con las nuevas revoluciones tecnológicas y tampoco desatascaba el permanente atolladero del cine patrio. El presidente del Ejecutivo dio un golpe de timón y nombró a la cineasta y guionista, que hasta aquel momento era presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.

«Provocación»

En la gala de los Premio Goya 2009, cuando aún no estaba al frente de Cultura, pronunció un discurso en contra de las descargas gratuitas de archivos informáticos. Afirmó que ponían en peligro la supervivencia del cine español por beneficiar únicamente a las operadoras de ADSL. Unas palabras que hicieron saltar las alarmas entre los internautas, para los que su nombramiento era una «provocación». Aunque trató de poner paños calientes con los usuarios de la Red, el mismo día en que tomó posesión de su cargo se creó un grupo de protesta en la red social 'Facebook' que exigía su dimisión antes de que siquiera comenzara su gestión.

Pronto paladeó el primer revés serio. En noviembre pasado, la Comisión Europea bloqueó las ayudas oficiales al cine. Bruselas dejó en suspenso la orden ministerial que regula estas subvenciones y pidió a Cultura que precisara más la información para dictaminar si la orden ministerial se adecuaba a la legislación europea. El colectivo denominado Cineastas contra la Orden, que aglutina más de 200 personas del sector entre directores, productores, guionistas, actores y técnicos, también se mostró contrario a lo que considera «trato de favor a las películas de alto presupuesto en detrimento de las pequeñas producciones».

Pero la puntilla llegó esta semana con el anuncio de sus planes para la regulación de las descargas en Internet. Miles de internautas se rebelaron, y con mucho ruido, ante la amenaza de Cultura de cortar el servicio a todos aquellos usuarios que descarguen archivos protegidos con 'copyright'. González-Sinde recibió a un grupo de 'blogueros' y expertos en el tema para contrastar pareceres. La ministra se reafirmó en su postura. «Se podrán cerrar páginas web sin intervención del juez». Poco después, el ministro de Justicia le callaba la boca: «Tendrá que haber control judicial». Y Zapatero se la cosía, pero sin rematar la puntada: «No se va a cerrar ninguna web», dijo, pero fió el futuro a la redacción final del proyecto, donde «aclararemos lo que haya que aclarar». Vamos, que las espadas siguen en alto y la solución, en unos meses. Lo que está claro es que la ministra tampoco ha dado con la tecla de la cultura, al menos, hasta el momento.