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El enemigo invisible

Al-Qaida en el Magreb es una mezcla explosiva de fanáticos, mercenarios y traficantes que operan en el llamado 'Triángulo de la muerte', donde podrían estar los tres cooperantes secuestrados

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Al-Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) es una nebulosa informe. Capaz de amalgamar a mercenarios cuyo único dios es el dinero y a fanáticos seguidores de las ideas de Osama bin Laden y Ayman al Zawahiri. A jóvenes inmaduros y contaminados por los sermones de los clérigos más extremistas y a traficantes de personas, droga o incluso cigarrillos. Todo eso cabe en AQMI, un grupo donde la ideología pesa tanto como el dinero que se obtenga para mantenerla.

El secuestro, hace una semana, de tres cooperantes españoles en Mauritania supuestamente a manos de milicianos del AQMI, ha cogido por sorpresa al país. Hasta la fecha, no se había producido ningún rapto de extranjeros. Los expertos en terrorismo descartan que existan células estables de Al-Qaida en el país, pero lo cierto es que los ataques se han intensificado y radicalizado en Mauritania en los últimos dos años.

El grupo terrorista opera desde el conocido como 'Triángulo de la Muerte', una vasta región desértica que abarca zonas del sur de Argelia, el norte de Mali, el este de Mauritania y el oeste de Níger. Una extensión inhóspita e inaccesible donde los milicianos de Al-Qaida han encontrado un refugio seguro para organizar campos de entrenamiento y esconder arsenales. También son el destino de la mayor parte de los rehenes capturados por el grupo, especialmente la región septentrional de Mali, ya que el ejército del país no tiene ni los medios ni la preparación suficientes como para realizar operaciones de rescate efectivas en la zona.

Los expertos coinciden en que son cuatro las células yihadistas que operan en esa región. Trabajan de forma independiente, lo que ha creado rivalidades entre sus dos jefes principales en Mali, Mojtar Belmojtar y Abdelhamid Abu Zeid, por asumir el liderazgo. Se nutren, principalmente, de tres tipos de 'prestadores de servicios': los mercenarios, que son contratados; los combatientes, reclutados; y los amateurs, que simpatizan con la causa y llevan a cabo atentados de forma espontánea y sin conocimiento por parte de AQMI. Diversas nacionalidades componen las células, entre ellas mauritanos, malienses, argelinos, libios, nigerinos, nigerianos, tunecinos y marroquíes.

«No suelen tener más de 25 años, los reclutan cuando son jóvenes, inmaduros y altamente impresionables», asegura Isselmu Uld Mustafa, experto en terrorismo que dirige el semanario mauritano 'Tahalil Hebdo'.

Los secuestros se han convertido en una herramienta fundamental para AQMI, su particular máquina de hacer dinero. Sin dinero no hay Al-Qaida, puesto que ni tendrían armamento, ni tampoco podrían comprar las voluntades de los líderes tribales de la región que les permitan operar libremente. Las sumas millonarias que obtienen de los rescates retroalimentan la máquina. El tráfico de mercancía de contrabando entre la frontera de Mauritania y Argelia, y de personas a través de la ruta de Tamanrasset también ayudan a financiar a las células.

Hasta el año 2005, Mauritania se había librado del envite del grupo terrorista. Sin embargo, en junio de ese mismo año, un ataque yihadista a una base militar situada en Lemgheiti, cerca de la frontera con Argelia y Mali, acabó con la vida de 15 soldados mauritanos, y abrió la espita de los atentados islamistas en el país.

Desde entonces, el ejército ha sido objetivo de los salafistas en la frontera con Mali en, al menos, otras dos ocasiones. Las fuerzas armadas mauritanas, que apenas cuentan con 16.000 efectivos, no tienen ni la preparación ni los medios suficientes como para controlar el noreste del país, un desierto inabarcable con las escasas herramientas de las que disponen.

Extranjeros en el blanco

La opinión pública internacional, sin embargo, no comenzó a tomar conciencia del peligro que empezaba a plantear Al-Qaida en Mauritania hasta que los extranjeros se convirtieron en blanco de los ataques. Y la familia Tollet fue la primera víctima. Su vehículo fue atacado por terroristas, que asesinaron a cuatro de los familiares, en la nochebuena de 2007. Sólo sobrevivió el padre. Cundió el pánico y el rally París-Dakar decidió suspender su trayecto por África, preocupados por la seguridad en Mauritania.

Desde entonces, AQMI ha atentado contra las embajadas de Israel y de Francia en Nuakchot. Este mismo año, el 23 de junio, Christopher Ervin Leggett, un cooperante americano moría acribillado en el mismo centro de la capital y a plena luz del día.

Fuera de las fronteras mauritanas, la banda también ha estado muy activa. El más reciente ha sido el secuestro el 25 de noviembre de este año, de Pierre Camatte, un francés de 61 años atrapado en el noreste de Mali. En diciembre de 2008, dos canadienses, Robert Fowler, enviado especial de la ONU para Níger y su ayudante, fueron raptados en el país, y en enero de 2009, dos alemanes, un suizo y un británico corrieron la misma suerte en la frontera entre Mali y Níger. Edwin Dyer, el ciudadano británico fue asesinado, lo que, para muchos analistas, supone una radicalización de AQMI. En febrero de 2008, dos austríacos, Andrea Kloiber y Wolfgang Ebner, fueron secuestrados en el sur de Túnez y liberados en octubre de 2008 en Mali.

La rama más activa

Al-Qaida en el Magreb Islámico, antes conocido como Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), se originó en 1997 en Argelia para combatir al gobierno secular. Sus vínculos con Al-Qaida se remontan a los primeros años de la década de los 90, cuando Osama bin Laden, según un informe del Washington Institute for Near East Policy, comenzó a financiar a grupos islamistas e incluso se implicó en la creación del GSPC. Posteriormente se han añadido otros grupos islamistas de Túnez, Libia, Argelia, Marruecos y de otros países del Sahel. El grupo también se ha nutrido con combatientes regresados de Irak, donde se habrían entrenado en el manejo de explosivos y en la organización de atentados.

No fue, sin embargo, hasta el año 2006, que el grupo se anexionó formalmente a Al-Qaida. Ayman al Zawahiri, número dos de la organización liderada por Bin Laden, lo anunció en un vídeo coincidiendo con el quinto aniversario del fatídico 11-S.

El grupo comenzó a instalarse en el norte de Mali y Níger en 2003, forzados por la intensificación de las operaciones del ejército argelino tanto en el norte como en el sur del país. El desierto del Sahel, prácticamente despoblado salvo por aisladas y pequeñas aldeas y grupos nómadas, proporciona a los terroristas un lugar tranquilo desde donde llevar a cabo sus operaciones.

Actualmente, AQMI es la rama de Al- Qaida más activa, aunque no ha conseguido uno de sus principales objetivos, que es activar el apoyo en Europa, según Richard Barret, coordinador del Comité de Vigilancia de Al-Qaida y los Talibán de la ONU.