Gente

La bondad de Laura

«Estoy buscando mi sitio». Las actividades benéficas y su debut como diseñadora de joyas endulzan la separación matrimonial de Laura Ponte

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Lejos de padecer el típico síndrome de la recién divorciada, Laura Ponte, separada de Beltrán Gómez Acebo hace cinco meses, no quiere saber nada de novios. «Lo último que deseo ahora es enamorarme», afirma. Tampoco ha caído en el más que frecuente afán de revancha; ni siquiera al ver que su todavía marido ya tiene novia y hasta, como se decía antaño, 'la mete en casa' (Andrea Pascual acudió recientemente junto a Beltrán a la fiesta de cumpleaños de su madre, la infanta doña Pilar). Nada de esto parece perturbar a la sosegada y «poco amiga de conflictos» Laura Ponte, quien asegura incluso alegrarse de que el padre de sus dos hijos sea feliz. «Porque la felicidad -explica- es lo que todos deseamos a la gente que queremos y yo a Beltrán le quiero mucho».

Esta actitud, tan original como ella misma, como su propia belleza, es lo que sus amigos resumen como «la bondad de Laura». Y también contra eso se rebela la modelo, pues detesta «que le echen la culpa de todo a Beltrán, cuando él no tiene el mal carácter que le atribuyen. Es incluso un tío divertido». Y es que Ponte siempre se ha distinguido por sacar la cara en público a su marido. «Baila a lo agarrado que te mueres. Eso sí, a la hora de posar ante las cámaras es un rancio. Pero hace bien, porque él no vive de esto», comentaba divertida, y del brazo de él, hace dos años.

Decir «la modelo gallega, asturiana de adopción» es hablar de Laura Ponte. Con ése 'lábel', esta mujer nacida hace 36 años en Vigo y criada en la tierra de la sidra, ha paseado su imponente físico (1,77 de estatura y casi un exacto 90-60-90) por las mejores pasarelas. Eso sí, sin tener jamás la menor vocación de modelo ni llegar a considerarse a sí misma especialmente guapa. En realidad, como suele ocurrir con las cosas importantes de la vida, su irrupción en el mundo de la moda se produjo de una manera totalmente fortuita. Laura ya se había trasladado a Londres para estudiar Ciencias Políticas cuando un fotógrafo que, como diría Sabina, quiso asomarse al balcón de sus ojos de gata, le propuso probar suerte ante la cámara. Casi veinte años y muchas pasarelas después (Ralph Lauren, Valentino, Lacroix...), Laura ha llegado a un punto en el que debe reinventarse a sí misma. «Estoy buscando mi sitio -asegura-. Y espero por fin encontrarlo».

En el Rastrillo de Nuevo Futuro

Estos días, era fácil encontrar a Laura Ponte en el Rastrillo de Nuevo Futuro o en cualquier otro sarao solidario. Experta en meterse «en mil líos», si son por una buena causa (en su día viajó a Ghana y Palestina), la modelo lleva tres años seriamente involucrada en la Fundación Cadete, dedicada a ayudar a niños discapacitados. «Mi utilidad -explica Ponte- consiste en buscarles financiación a través de mis contactos. Con la marca de calzado infantil Pablosky, que este año cumple su 40 aniversario, hemos creado un calendario solidario que ya va por su segunda edición. El año pasado posé yo misma, y este año me he quedado detrás, porque ya hay rostros que son un gran reclamo, como el futbolista Fernando Torres o Eugenia Martínez de Irujo, que es genial a la hora de ayudar».

Además del Calendario-Pablosky, Laura ha encontrado otra vía de financiación, creando una joya exclusiva para la firma catalana Vasari, cuyos beneficios irán destinados a la Fundación Cadete. La joya se llama 'Dos Alas' y simboliza, en palabras de su creadora, «dos mundos; un ala escalonada que representa las dificultades a las que se enfrentan los niños de la Fundación, y otra lisa que encarna las facilidades para el resto del mundo». Madre de Luis y Laura, de cuatro y tres años (los dos nacieron un primero de julio), Ponte no oculta que «tener dos hijos sanos es toda una bendición y doy gracias por ello cada día. En realidad -advierte- si me comparo con las miserias que hay por ahí, no puedo tener queja de nada. Siempre me he sentido una privilegiada».

Lo único que ahora le pide Ponte a la vida es «poder organizarme mejor y disfrutar más tiempo de mis niños». Y lo dice porque de nuevo se ha embarcado en un proyecto que le absorbe el tiempo. «Sí, pero que va a ser el proyecto de mi vida -matiza-, porque llevo diez años dándole vueltas y por fin he reunido el valor...». Y es que Laura se estrenará a mediados de este mes como diseñadora de joyas. No de las que se limitan a dar una o dos ideas y a poner luego la firma, sino como diseñadora que dibuja «al milímetro». La nueva marca se llamará 'Luby and Lemeral' y la primera colección, realizada en oro, puede sorprender, pues, según su creadora «es bastante industrial». «Luego quizá me atreva a diseñar un mueble... Esto me llena mil veces más que ser modelo -asegura-. Bueno, es que ser modelo no me llenó nunca».

Así es Laura Ponte, viéndola tan entusiasmada con su nuevo calendario solidario o su primera colección de joyas, nadie diría que es una mujer en pleno duelo tras una ruptura matrimonial. «Bueno, es que yo no lo veo como un fracaso -ataja ella-. Es algo doloroso, claro, pero si te fijas bien al final es también beneficioso, porque estamos todos más tranquilos. Si no funcionas bien en pareja, pues no pasa nada. Las historias se acaban». En el fondo, su forma de afrontar la separación se parece mucho a cómo digirió el hecho de casarse con un Borbón. «Si otros -advirtió en su día- quieren cambiar su forma de tratarme porque me ven en determinados sitios, es su problema. A mí nunca me ha gustado la gente que se fija en esas cosas. Yo la tontería no la soporto».