Zapatero responde a una pregunta del portavoz de ERC-IU-ICV, Joan Herrera, en el Congreso de los Diputados, bajo la mirada atenta de dos de sus vicepresidentes. :: EFE
ESPAÑA

El proyecto estrella de Zapatero se topa con el escepticismo general del Congreso

Las fuerzas políticas consideran la ley de Economía Sostenible es insuficiente para lograr el cambio del modelo productivo

MADRID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mal arranque político para el proyecto económico estrella de José Luis Rodríguez Zapatero en esta legislatura. No es en absoluto frecuente que un Gobierno se lance a discutir en sede parlamentaria con el resto de fuerzas políticas una iniciativa que apenas es un anteproyecto de ley.

Pero el jefe del Ejecutivo decidió asumir el riesgo y recibió un revés en toda regla, pues sus planes para cambiar el modelo de crecimiento de la economía española a diez años vista se toparon con el escepticismo de toda la Cámara. Entre las críticas, un denominador común entre todos los grupos parlamentarios, salvo el socialista: el problema no es tanto lo que contendrá la futura ley de Economía Sostenible, sino lo que falta en ella.

Zapatero, recién llegado de la Cumbre Iberocamericana de Portugal, iba preparado para este reproche general. Tanto que, en su intervención inicial, más técnica que política, se adelantó a comprometer que el calendario de reformas estructurales no se agotará en la ley que trató de explicar ayer en el Congreso de los Diputados. Incluso aseguró que no será un «mero espectador» del diálogo social y que, en el primer trimestre del año próximo, convocará a sindicatos y empresarios para evaluar los posibles cambios en el mercado laboral.

Después de la agria ruptura veraniega con la patronal CEOE a propósito de la reforma laboral, el Ejecutivo socialista había dado un cauteloso paso atrás a la espera de tiempos mejores. Ahora está dispuesto a fijar los asuntos sobre los que se puede discutir, pero, en todo caso, apuesta sobre seguro con asuntos poco espinosos para las centrales sindicales y deja la concreción para los agentes sociales. Su línea roja, empero, sigue siendo la misma: «No deseo cambios en el tipo de contratos -dijo- y en su relación con el despido». Es decir, no se rebajarán las condiciones para las indemnizaciones, que es lo que reclaman las organziaciones empresariales.

El presidente del Gobierno, pues, no habló sólo de la ley de Economía Sostenible, como se había anunciado, sino de toda una «estrategia» que también debería afectar a la Justicia, al ámbito financiero -con la reforma de la ley de cajas de ahorro-; al económico -con un plan de acción contra el fraude y la economía sumergida-; o al medioambiente, con la ley de eficiencia energética y la implantación del vehículo eléctrico. Pero el intento de vestir la gran iniciativa económica de la legislatura con una hoja de ruta más amplia no convenció a los grupos parlamentarios.

Aunque sólo el PP cayó en la descalificación absoluta, las críticas llovieron de izquierda a derecha del hemiciclo, sin excepción. Sólo encontró la comprensión, lógica por otra parte, del grupo socialista.

Apoyos

En todo caso, el presidente del Gobierno salió airoso de su principal objetivo político, que era demostrar que está por el pacto y por el consenso en una cuestión que afecta a los pilares de la economía. Otra cosa es que los demás recelaran de sus esfuerzos o los consideraran, como poco, inconsistentes. Pero, a pesar de lo que tuvo que oír, al salir del debate se mostró persuadido de que, llegado el momento de la tramitación, contará con apoyos parlamentarios suficientes.

No será, claro está, el del PP. Mariano Rajoy aseguró que el anteproyecto del Gobierno no es más que «un rótulo luminoso en un solar vacío», «una broma, un sarcasmo, un truco malabar», un capítulo más de «planes y remedios ineficaces, sin ninguna credibilidad». «Se ha presentado como el heraldo de un nuevo amanecer y lo que nos trae no es más que una tramoya teatral, muy vistosa cuando se contempla de lejos, pero que, cuando uno se acerca, se revela como un tinglado de tablas, cartones y colorines», resumió el líder opositor.

El presidente del PP exigió a José Luis Rodríguez Zapatero que «abandone el reino de la fantasía» porque «la única realidad española son los 4,4 millones de parados», y este «cajón de sastre» no incluye medidas para generar empleo ya que su única pretensión es ocultar la recesión económica. Su contestación al pacto ofrecido por el presidente del Gobierno fue que, si de verdad quiere «arreglar las cosas», asuma la alternativa económica de la oposición porque, de no ser así, los españoles no tendrán más remedio que esperar a que llegue el PP al Ejecutivo para salir del agujero económico en que se hallan sumidos.

Josep Lluis Sánchez Llibre, portavoz de CiU, y Joan Ridao, de Esquerra Republicana de Catalunya, no fueron menos duros, pero se mostraron, al menos, dispuestos a hablar del asunto. El primero calificó el plan gubernamental como un «refrito» con «mucho envoltorio y poca proteína», pero que en el fondo «no sirve para afrontar la crisis» y «no resuelve ni el paro ni los problemas de las empresas ni los de la economía». El portavoz de los republicanos denunció que la iniciativa gubernamental sólo es «humo, un señuelo, puro ilusionismo», «un plan propagandístico sin impacto en la realidad económica, con mucho ruido y pocas nueces». Tras no encontrar ni una virtud, ambos se preguntaron: «¿Dónde están las reformas?».

Josu Erkoreka, en nombre del PNV, pese a que lo comparó con «un gran show de Hollywood», fue algo más positivo y no quiso hacer una descalificación genérica. Es más, encontró las «medidas adecuadas, aunque insuficientes». El diputado nacionalista vasco, no obstante, dudó de la capacidad del presidente del Gobierno para tejer un consenso mayoritario en el Congreso a la vista de las críticas de los grupos parlamentarios sin excepción.

Joan Herrera, de IU-Iniciativa per Catalunya, también vio en el anteproyecto gubernamental «objetivos loables», aunque consideró que lo expuesto por Zapatero se queda «en un eslogan falto de contenido y ambición».

El jefe del Ejecutivo no tuvo mucho más éxito con los integrantes del grupo mixto. No convenció al Bloque Nacionalista Galego ni a Coalición Canaria y menos a Nafarroa Bai y Unión del Pueblo Navarro. El resumen lo hizo la portavoz canaria Ana Oramas para quien Zapatero «anunció el bálsamo de Fierabrás y se ha quedado en una cataplasma casera».