Opinion

Comprometida postura

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La inexplicable parsimonia con la que el Tribunal Constitucional afrontó la deliberación de los recursos que penden sobre el nuevo Estatut ha ido suscitando sentimientos de agravio en Cataluña. La publicación de un mismo editorial por parte de doce periódicos catalanes que suman una amplísima difusión, con una crítica inusitadamente severa hacia la autoridad que asiste al Alto Tribunal y la advertencia de que su dictamen final podría afectar a la «dignidad de Catalunya», supuso ayer el anuncio más inquietante de la fractura que se produciría si la sentencia que redacten los magistrados censura contenidos sensibles de la norma estatutaria. Nadie puede poner en cuestión la legitimidad del pronunciamiento editorial de los doce periódicos como expresión de un parecer libre y compartido. Pero es indudable que éste no es inocuo. Porque al prevenir ante la sentencia del Constitucional contribuye a la desafección respecto a ese pronunciamiento y a un clima de contestación que compromete la propia pluralidad de la prensa, su deber moderador y la respuesta política y social al veredicto del Alto Tribunal. Las prevenciones que se han ido generando antes de conocerse la resolución dificulta que sea acogida con la serenidad y estabilidad que requeriría el afianzamiento del autogobierno.