Algunos consumidores compraron botellas de agua para evitar problemas. / C. C.
SAN FERNANDO

Quince horas sin agua

Los ciudadanos y los comerciantes se armaron de barreños y ollas para afrontar el corte del suministro que, finalmente, no afectó a todas las zonas por igual

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A todos no les afectó de la misma forma, aunque la mayoría sí preparó las mismas armas para combatir el corte de 15 horas sin un servicio básico como es el del agua. Cubos, ollas e incluso bañeras que se dejaron preparadas antes de acostarse para que ayer las molestias por la ausencia de tan preciado líquido - sobre todo, cuando falta- fueran mínimas. Algunos comercios cerraron por no poder garantizar la atención adecuada, o aplazaron las citas o sólo abrieron para entregas y recogidas. Aquagest lo avisaba en un comunicado: «el corte provocará problemas de suministros en numerosas zonas con especial incidencia en las más altas». Pero a pesar de que en algunos sitios hubiera agua y en otros no, la psicosis sí tocó a todos.

Entre los comercios más afectados se encontraban las pescaderías. Inmaculada Herrera de la pescadería María Ique contaba: «No podemos limpiar bien el género. Esto deberían de haberlo hecho de madrugada o un domingo porque afecta a la hora de atender al cliente», aseguraba. «El pescado está lleno de tripas y de sangre y se debe limpiar a presión para que quede bien. No sé cómo lo voy a hacer», decía José Carlos Coto de la pescadería Colón.

Pero no fueron los únicos negocios afectados ya que Paola Gómez sólo pudo abrir su tintorería Suprema para «entregar y recoger pedidos. Es un día de trabajo perdido al no poder poner la lavadora». Mientras tanto, Enrique Gutiérrez con cubeta y trapo en mano lavaba los coches en su negocio de Reyes Católicos. «Hoy no puedo utilizar la máquina para la limpieza exterior de los vehículos al no haber presión», afirmaba.

La alarma del corte en el suministro de agua provocó también que algunos negocios a los que apenas afectó la restricción perdieran la clientela de toda lo jornada. En la peluquería Real, la encargada Ana Palacios, tenía el local vacío. «Ayer no di cita a nadie pero no me puedo exponer a dejar a una clienta sin poder aclararle el champú o el tinte». Lo mismo ocurrió en la peluquería canina Zooloco donde no pudieron atender a las mascotas en todo el día. «Tenemos un deposito de agua pero no es suficiente para dejar todo limpio». Al menos el corte tenía horario definido.