hala jaber

«Maldigo a Dios muchas veces pero rezo cuando no estoy enfadada con Él»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

–Usted acordó con la abuela de Hawra que la niña seguiría con ella pero que cada verano ambas se irían a Beirut para encontrarse allí. ¿Ya lo han hecho hace unos meses?

–Lo haremos más adelante porque hasta hace unos días ellas no tenían pasaporte. Hasta ahora, la he visto cada vez que he ido a Irak. Este año he estado en tres ocasiones y he procurado reunirme con ella al menos una vez cada semana.

–¿Hablan mucho por teléfono cuando no está en Irak?

–Sí, mientras estoy en Londres la telefoneo todas las semanas.

–¿Se imagina la vida de Hawra dentro de diez años?, ¿querrá estudiar una carrera en Londres?

–Lo he pensado, claro, pero es pronto para una decisión así. De momento, quiero ir mostrándole el mundo que hay detrás de su mundo. Primero Líbano, con sus parques y sus cines y luego será más fácil que conozca sitios no tan familiares. Hawra es muy frágil por todo lo que ha perdido. No se la puede llevar de golpe al otro lado. Dentro de unos años, si quiere, podrá hacerlo. No sé si decidirá ir, pero tendrá la oportunidad de elegir.

–¿Ayudando a Hawra colma su instinto maternal?

–Si la ayudo, ya no es por colmar un vacío sino porque se ha convertido en una obligación que asumo gustosa. Debo compensarla porque no pude lograr lo que le prometí a su abuela y a Zahra (que la salvaría).

–¿Qué siente cuando se entera de que ha habido una explosión en Bagdad?

–No estoy intranquila. La familia se arriesga poco y salen sólo lo imprescindible. Es cierto que en Irak te puede pasar algo simplemente sentado en una silla en tu casa, pero no creo que el peligro sea excesivo. De todos modos, sólo puedo rezar y pedir que si Hawra sobrevivió a la bomba que mató a su familia pueda sobrevivir a otras.

–¿Rezar? En su libro se confiesa poco o nada religiosa...

–Es cierto que soy poco religiosa. Me enfado y maldigo a Dios muchas veces. Pero también rezo y pienso que si ahora Dios quita la vida a esta niña es que algo está muy mal hecho. Es verdad que cuando no estoy enfadada con Dios, pienso que existe, que hay algo, y entonces le pido ayuda.

–¿Siente deseos de seguir siendo corresponsal de guerra? Al fin y al cabo, usted llegó al periodismo siendo contable de una agencia en Beirut?

–En Irak estoy terminando estos días un proyecto que consiste en identificar niños heridos que no pueden ser atendidos en aquel país. Queremos hacer una campaña para recaudar dinero y trabajamos de manera conjunta con Médicos Sin Fronteras y su delegación de Ammán, para que ellos se ocupen de eso. Eso será lo último que haga en Irak. Luego iré a Kenia y Somalia, a los campos de refugiados, para ver sobre el terreno los efectos de la guerra y la miseria. Probablemente no vuelva a Irak por motivos profesionales en varios años.

–Eso significa que ya no verá con tanta frecuencia a Hawra.

–Es así. No la veré allí tanto como este año. A partir de ahora, los encuentros más frecuentes serán en Beirut. Cuando nos vemos en Irak tiene que ser siempre en su casa o donde nosotros estemos alojados. No podemos salir a la calle, pasear, ir al parque... No podemos movernos juntas, y eso no puede continuar así mucho tiempo más.