CALLE PORVERA

tomaduras de pelo

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Confieso que mi capacidad para indignarme se ha multiplicado en los últimos tiempos. Unos dirán que será por la crisis; otros por el estrés, o tal vez sea por la suma de ambos (que por cierto van muy de la mano), pero la verdad es que creo que se trata de una sensación cada vez más generalizada de la que casi nadie escapa. Cuando veo las tomaduras de pelo constantes a las que somos sometidos los ciudadanos, acabo entendiendo que muchos encuentren en el deplorable Sálvame el bálsamo para todos sus males.

Mientras cientos de jerezanos ven cómo se hace añicos su futuro por el cierre de Vicasa, el equipo de gobierno anda metido en peleas internas, en dimes y diretes y en el recurrente «yo no he sido, que has sido tú». Mientras los índices del paro se disparan, el patio político está revuelto porque una ínfima parte de los que comen de la sopa boba municipal van a pasar de ganar cantidades escandalosas a cifras simplemente astronómicas.

En el panorama nacional la cosa no es que mejore mucho precisamente, pues en los telediarios casi se ha convertido en problema de estado la lesión de Ronaldo, mientras los trapos sucios de todos los partidos (curiosamente, no escapa ni uno) se intentan ventilar a plena luz del día ante el estupor de la ciudadanía. Ellos, los que se suponen que velan por nuestra seguridad y bienestar en todos los sentidos, ponen cara de preocupación ante el panorama actual mientras siguen engordando sus bolsillos a costa del contribuyente.

Una perspectiva que, a riesgo de ser demasiado pesimista, invita a encerrarse en casa y a taparse los oídos para no seguir escuchando las mentiras y la basura que nos invaden, mientras una piensa si será mejor no volver a votar en la vida, pues seguro que hasta el cuponero que nos canta bajo la redacción cada día nos representaría con mayores garantías.