Acreedora y deudora de fútbol

Maravillados y atónitos. Así quedaron los aficionados que se dieron cita en el Estadio Azteca al observar a Maradona regatear con insultante facilidad a seis jugadores ingleses para marcar el gol por antonomasia de la historia del fútbol. Fue en los cuartos de final del Mundial de México'86. Toda Argentina estalló de júbilo y se rindió ante la genialidad de El Pelusa, a quien entregaron su alma. El país volvió a sumirse en el éxtasis 23 años después, cuando Palermo marcó en el tiempo de descuento ante Perú el tanto de la victoria. No era una final de ningún campeonato, sólo un choque de la clasificación para el Mundial de Sudáfrica y ante el último clasificado del grupo. ¿Qué ha pasado para que la albiceleste celebre casi con la misma euforia ese tanto y el mítico ante Inglaterra?

Argentina vive por y para el fútbol. Es como una religión. Forma parte de su fe. Un simple gol puede unir y trasladar a miles de personas al más apasionado optimismo o hundirles en la más absoluta depresión. El deporte rey le debe mucho a la albiceleste por el elenco de estrellas que ha donado. El genio de Maradona, la resolución de Kempes, la casta de Pasarella, la seguridad de Fillol, la exquisitez de Verón o la calidad de Messi. A cambio, ha saboreado la conquista de dos copas del Mundo (1978 y 1986) y 14 Copas de América. La historia le ha convertido en acreedora y deudora de fútbol.

Luchas internas

Las constantes luchas internas entre el secretario técnico, Carlos Bilardo, Maradona, y el propio presidente de la Federación, Julio Grondona, son el pan de cada día y crean una contaminada atmósfera difícil de respirar. Con el billete de Suráfrica en el bolsillo, todos esperan que Argentina se suelte y disfrute del fútbol espectacular y ofensivo que ha patentado. Es el peso de la historia.