EL CANDELABRO

Por un pelo

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Otro mechón de Elvis Presley que va a salir a subasta... Empiezo a pensar que Elvis tenía pelos hasta en la lengua. Eso, o que, en efecto, como predican sus más radicales fans, sigue vivo y le sigue creciendo la melena cosa mala. De lo contrario, no se explica que más de treinta años después de su muerte (oficial) el hombre siga produciendo tanta masa capilar, por mucho que naciera premonitoriamente en Tupelo (y perdona que te tutee).

En cuanto a ese pelo que ahora se subasta, ¿es el mismo de siempre, que pasa de mano en mano, o es otro? Si fuera, por poner un ejemplo, el pelo de Iñaki Anasagasti el que sale a subasta (y algún día saldrá, pues méritos está haciendo para ello) no cabría la menor duda. Sería exactamente eso, el pelo (en singular) de Anasagasti, ese único folículo piloso que con determinación y disciplina va dando la vuelta al cráneo (o al ruedo, por lo pinturero) hasta conformar una especie de mata. Pero en el caso de Elvis, que como buen tupelense (o tupelano), conservó el tupé hasta el final de sus días, es probable que se trate de un nuevo mechón que añadir a la interminable lista. Aun así, ¿cómo saber que ese cabello es genuino y no una burda imitación, una estafa? ¿Con la prueba del ADN?

Personalmente, siempre me han producido una cierta lástima los mitómanos exagerados. Pero esta forma extrema de llevar la idolatría de un mito hasta sus vellosidades, más que pena me da grima. Porque, a ver, supongamos que participas en la subasta, pujas, tienes suerte, y te llevas el trofeo (pagando una pasta, pues el precio de salida está por encima de los 400 euros). Luego, una vez en casa, ¿que haces con el dichoso pelo? ¿Lo enmarcas y lo cuelgas en la pared? ¿Un pelo que lleva más de treinta años muerto y debe de tener las puntas super abiertas? ¿O más bien te cuelgas tú con él? Si fuera el de Anasagasti sí, pues su longitud lo permite.