Cañadas he desarrollado una intensa labor de consulta e investigación que ha durado tres años. / JUAN C. CORCHADO
Jerez

«Jerez ha ido redimensionando su figura y entendiendo su papel»

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S u relación con don Rafael, y también su condición de periodista, le pone al alcance ofertar esta biografía.

-Los que le conocemos bien apreciamos con lógica que si se escribía alguna vez esta biografía estuviera a su cargo. Pero, quizá, convenga explicar los lazos que les unieron.

-Pienso que todas las personas que vivieron el largo episcopado de don Rafael y conocieron, en alguna forma, la estrecha relación de Radio Popular con él y con la Diócesis, no precisarán de mayor explicación sobre los motivos que me han llevado a escribir su biografía. Pero para quienes no tuvieran dicho privilegio -conocer y tratar al Primer Obispo de Jerez- diré que formé parte de su Consejo de Consultores Seglares, por esta razón estuve siempre muy cerca suya y le manifesté mi opinión sincera sobre ciertos asuntos por los que el Prelado me preguntó y, además, me honré con su amistad y la de su familia.

-¿Qué imagen ha querido dar de don Rafael?

-He procurado trazar el perfil de quien, al ser consagrado, ya manifestó cómo sería su episcopado, «a su manera», es decir, ejercer de obispo desde la cercanía, la entrega y especialmente a los pobres y a sus sacerdotes, alguno de los cuales nunca lo entendió, aplicar en la parcela de la Iglesia que el Papa le había confiado todo el caudal que emanaría del Concilio Vaticano II y construir una diócesis que, teniendo a la Archidiócesis como madre, de la que había nacido, fuera una realidad eclesial que respondiera plenamente a las características sociales y a la idiosincrasia del territorio que en ella se integra.

-Aquel 'obispo a su manera' que Monseñor Bellido quiso ser... ¿fue tan poco entendido en vida como parecía?

-Lo entendieron, claramente, los limpios de corazón, ese amplio universo de diocesanos que viven sus comunidades, sus parroquias, sus movimientos eclesiales. Pero, desde luego, no aquellos que quisieron a un don Rafael moldeado a su forma y manera y no aceptaron que, precisamente, el obispo quisiera ejercer su ministerio de acuerdo con su forma de ser.

-¿Y ahora que Jerez va ya por su tercer obispo desde que es Diócesis cómo observa que ha podido evolucionar el recuerdo de su primer pastor?

-Jerez es una ciudad de corazón justo y aunque durante el episcopado de don Rafael tuvo momentos de desencuentro con su entonces obispo, con el paso del tiempo y especialmente tras su muerte, de la que se han cumplido ya cinco años, ha ido redimensionando su figura y entendiendo el papel histórico que le correspondió desempeñar a este auténtico hombre de Dios en la creación de esta nueva parcela de la Iglesia que es la Diócesis Asidonense-Jerezana. Con esto quiero decir que, sin duda, el recuerdo de nuestro primer obispo ha evolucionado de forma claramente positiva.

-¿Cómo ha sido el proceso de investigación y búsqueda del material documental necesario para escribir esta obra?

-Han sido alrededor de tres años de trabajo, consultando archivos, boletines diocesanos, hemerotecas, testimonios personales, orales y escritos, incluso navegando por Internet, donde me encontré con la sorpresa de miles de referencias a don Rafael y su episcopado. En definitiva, llevando a cabo una extensa y rigurosa investigación de la vida y la obra de quién fuera primer obispo jerezano, para ofrecer al lector de la obra un retrato lo más objetivo posible que permita contemplar a monseñor Bellido Caro en el contexto histórico en que vive y actúa.

-¿Qué hallazgo le ha resultado más llamativo?

-Muchos aspectos de su vida y su obra, sin duda, pero tal vez su verdadera pasión y entrega por su presbiterado, desde luego por los más humildes y marginados de la sociedad, su alejamiento sincero de todo cuanto significara boato y protocolo, su cercanía a todos y singularmente a los niños y a los jóvenes, su decidido empeño de que la Diócesis fuera toda ella y no, exclusivamente, la ciudad de Jerez y su amor por su madre, doña Juana Caro, cuyo fallecimiento le marcaría para el resto de su vida.

-Se ha dicho mucho sobre la relación de don Rafael con las cofradías. ¿Cómo diría usted que fue?

-En la biografía hablo extensamente de la relación de don Rafael con las hermandades, de Sevilla y de su Diócesis Asidonense, que tuvo momentos, especialmente aquí, de indudable tensión y de profunda controversia, aunque se le atribuyeron injustamente muchas decisiones que adoptó por consejo y sugerencia de otros y ante las que sólo el obispo daría la cara, pero no deja de resultar paradójico y creo que hasta ridículo que a quién fue artífice del decisivo acceso de los seglares al Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, hasta entonces dependiente de los sacerdotes, se le haya señalado en Jerez como «un Obispo enemigo de las hermandades». Algunos, al parecer, no tuvieron la curiosidad de leer el importante documento que monseñor Bellido dedicó a las Hermandades y Cofradías, que se recoge en el libro, en el que quedan expuestas las líneas maestras de su pensamiento sobre las mismas o podrían hablar sobre este asunto con destacados cofrades sevillanos y conocer su opinión sobre quien fuera primer obispo jerezano.

-¿Se escandalizaría ahora de alguna cosa?

-Nada de la actitud o el comportamiento de don Rafael me produjo escándalo antes ni por supuesto me asombraría ahora, aunque si algún hecho concreto me hubiera podido provocar esa sensación de rechazo, lo que habría hecho es hablar con el y, con la lealtad de un amigo y la comunión debida con mí obispo, manifestárselo, cosa que tal vez deberían haber hecho algunos.

-¿Cuál sería, teniendo en cuenta su recordada preocupación por los pobres, su actitud, a su juicio, en medio de la actual crisis?

-Ya dijo, cuando su nombramiento como Hijo Adoptivo de Jerez, como usted sabe muy bien, que estaba dispuesto a emplear el dinero que la Diócesis pudiera tener para la edificación de nuevos templos en la construcción de un Albergue para Transeúntes en nuestra ciudad, dado el penoso estado en que se encontraba el Albergue San Álvaro, así es que supongo que en situación como la actual el comportamiento de monseñor Bellido habría sido todo un ejemplo para el conjunto de la sociedad.