Jerez

Corrupción choricera

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H ace unos días uno de los periódicos del Grupo Vocento, ABC, en concreto, publicó en su edición municipal el mapa de la corrupción en España, una piel de toro cosida por la huella de mangantes, comisionistas, caraduras, sinvergüenzas y chorizos. En el reparto no se escapa prácticamente ninguna comunidad autónoma y hay de todo, desde el que se ha llevado un regalito por la construcción de un polideportivo hasta el caso de Félix Millet, el ex presidente del Palau de la Música de Barcelona, un tío sembrao donde los haya. El cachondo de Félix no sólo sufragó la boda de su hija -casi 81.000 euros- con dinero del Palau, sino que además también le trincó a su consuegro los 40.000 que le correspondía pagar al ir los gastos al cincuenta por ciento entre las dos familias. Un verdadero crack, lo que yo les diga. El tío casó a la hija y se llevó 40.000 euros del ala. Verdaderamente entrañable, vamos. No se puede tener más rostro. Es imposible.

En fin, que esta semana un amigo me decía: «Quillo, estoy preocupao, porque si ya están robando también los catalanes y los vascos, que está gente hasta ahora tenían dinero y no les hacía falta robar...» Es como el dicho aquel que también comenté con mi compadre: «Se está muriendo gente que no se había muerto nunca». Pues lo mismo pero con el mangoneo.

Y en estas andábamos, pendientes de Gürtel y de los concejales y alcaldes que se han apuntado a la moda de visitar cárceles en Cataluña, Galicia, Canarias o, en Andalucía, en El Ejido. Pensábamos, mira, nosotros estamos tiesos, en la ruina más absoluta, pero, por lo menos, no estamos saliendo en los papeles con todo esto de la corrupción. Y un... (aquí pueden añadir ustedes el exabrupto al que más cariño tengan).

Si Jerez no apareciera, no sería Jerez. Siempre que ocurre algo de trascendencia en cualquier punto del mundo, hay un jerezano. Yo no me lo explico. Y de la misma forma, siempre tenemos que irrumpir de alguna forma en el debate nacional de turno, en este caso la corrupción. Y, además, la corrupción asociada a la imagen del hombre que nos representó durante tantos años por todo el territorio patrio, Pedro Pacheco. El Inmatable, el Enorme, el Cabeza... llámenlo como más gusten, se dejó caer el viernes por los Juzgados de Tomás García Figueras para dar cuenta de la imputación que pesa sobre él por dos presuntos delitos de malversación de caudales públicos y falsedad documental. La Fiscalía Anticorrupción entiende que incurrió en ellos al contratar en Urbanismo a dos de sus colaboradores más directos -Pepe López y Manuel Cobacho- que se llevaron 200.000 euros en el tiempo que estuvieron contratados en concepto de nóminas, claro.

Esta investigación se inició gracias a un dossier que Pilar Sánchez amablemente y con una sonrisa de oreja a oreja hizo llegar a la Fiscalía y la respuesta de Pacheco ha sido poner en marcha lo que viene siendo la estrategia del ventilador. De tal forma que la jueza ahora va a investigar también los contratos que la actual regidora ha hecho a algunos de sus asesores desde que llegara al sillón presidencial de la calle Consistorio. Y el ex alcalde, además, quiere que acudan como testigos los llamados concejales díscolos, el grupo de ediles socialistas que no quieren a Pilar ni para ir a recoger billetes de 500 euros.

En conclusión, que mientras que los tribunales no nos aclaren qué es lo que ha pasado aquí -y ya saben que la Justicia española no se caracteriza precisamente por ser Billy El Rápido- el tufillo de las corruptelas, los enchufes y el mangoneo estará sobrevolando convenientemente nuestro sacrosanto Ayuntamiento de Jerez. Aunque, ahora que lo pienso, eso viene sucediendo de forma continuada desde hace un puñado de años ya. Una vez más, Jerez tiene que ser el muerto en el entierro, el novio en la boda y el chorizo en la berza.